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Univisión, la cadena más grande y vista por el pueblo Hispano en Estados Unidos, constantemente interrumpe su programación para informar sobre la visita del Papa a América. Millones de personas no solo están participando en persona sino también en vivo por medio de la televisión. De seguro has escuchado noticias, o a tus vecinos, amigos, o familiares hablando del tema. ¿Qué podemos decir de la visita del Papa Francisco a América? Evaluemos esto un poco. Después de todo, vale la pena estar informados para construir una relación en la que podamos compartir con quienes nos rodean de la gracia de Dios en Cristo y por el Espíritu Santo.

Revitalización en la Iglesia Católica Romana en América

La visita del Papa Francisco no es una sorpresa para Latinoamérica, y mucho menos para la Iglesia Católica Romana. Nuestro continente cuenta con casi la mayor población de Católicos, y es una visita estratégica para avivar a la Iglesia Católica Romana en América Latina. Entonces, ¿es posible que el Papa Francisco traiga algo nuevo a Latinoamérica? La verdad es que no. Si bien es cierto que es el primer Papa Hispano, sigue siendo un Papa. Su visita ha traído la misma enseñanza que por años la Iglesia Católica Romana ha enseñado, con su enfoque en lo que debemos hacer para ser “buenos cristianos”. El Papa Francisco quiere lograr darle mayor fuerza a la iglesia local y a sus obispos. De modo que no hay duda que este viaje viene con una agenda para avivar la Iglesia Católica Romana, y como algunos dicen, su viaje a América es para pastorear al rebaño que está disperso. ¿Qué es lo que se ha estado enseñando en sus mensajes?

La enseñanza del Papa: moralismo y humanismo

Gran parte de sus enseñanzas se basa en las obras. Esto no es nuevo en la Iglesia Católica Romana, ya que parte de su teología se basa en hacer buenas obras para buscar la unidad tanto con Dios como con los demás. El Papa Francisco ha querido recordarle al pueblo la importancia de la familia, la igualdad, la humildad, el diálogo, y decir no al consumismo. Esta enseñanza no solo abarca lo moral sino que también se centra en el hombre. Su enfoque es lo que el hombre hace para salir adelante en cuanto a su relación con Dios y los demás. ¿Donde está la necesidad de un Salvador? ¿Cómo puede una persona tener una relación con Dios? ¿Cómo puede una persona ser perdonada por Dios? ¿Puede un humano hacer algo para vindicar la justicia de Dios? Estas y muchas preguntas más no han sido mencionadas en los mensajes del Papa Francisco.

Una reforma en la Iglesia Protestante en América

El pastor Miguel Núñez ha sido uno de los pastores que nos ha recordado que la Iglesia latinoamericana necesita ser reevangelizada.

“Latinoamérica necesita ser reevangelizada porque el evangelio es la única fuerza capaz de cambiar el corazón del hombre, y capaz por tanto de influenciar la sociedad donde ese hombre vive. El evangelio proclamado en la mayor parte de nuestra región no es el evangelio bíblico”.

Nosotros tenemos el mismo llamado que Jesús nos dejó: predicar el evangelio y enseñar Su Palabra con gracia y amor, (Mt. 28:19–20). Gran parte de Latinoamérica ha visto un numero creciente de personas convertidas al Cristianismo Protestante. Las razones son varias, pero entre ellas se encuentra un deseo de tener una comunión con Dios y una iglesia que ayuda a sus miembros. Independientemente de si estos números reflejan conversiones genuinas, tenemos que seguir predicando la Palabra de Dios.

De hecho, hoy más que nunca, dentro y fuera de la iglesia, el evangelio debe ser predicado y sus enseñanzas deben ser biblio-céntricas y Cristo-céntricas. Tenemos que aprovechar esta oportunidad no para encerrarnos en casa o mirar mal al vecino que comparte la alegría de la visita Papal sino para darles gracia y apuntarles a Cristo, mostrándoles qué es lo que la Biblia dice y juntos crecer en el conocimiento de la Verdad.

¿Qué enseña la Biblia?

Las enseñanzas del Papa están arraigadas a una motivación moralista y enfocada en las fuerzas humanas. Pero la Biblia nos muestra que no hay nada bueno que podamos hacer aparte de la gracia de Dios (Jn. 15:5). No podemos amar correctamente hasta no conocer el amor en Cristo (1 Jn. 4:19). El verdadero amor es un fruto del amor dado por Dios en Cristo y derramado por el Espíritu Santo (1 Jn. 4:13–21). La salvación por fe y gracia en Jesús es lo que necesitamos escuchar primero, para así entender que los frutos para amar a Dios y a las personas no son fundamentos para salvación sino son resultados de la salvación. Una fe verdadera da fruto que se ve tanto vertical como horizontalmente. Este fruto es parte de la obra del Espíritu en quienes han sido regenerados.

Lo que el Papa llama hacer no será posible porque lo primero no ha sido explicado, la salvación viene por fe y gracia en Cristo y sus obras son resultados de esta salvación (Stg. 2:26). Como se ha dicho, “Justificación es solo por fe, pero no una fe que es sola”. Algunos Católicos Romanos afirman que si bien es cierto que nuestra salvación es por fe, las obras son nuestra respuesta como consecuencia de la salvación. Nuevamente, tal enseñanza afirma que nosotros debemos hacer algo como resultado de la obra de Cristo y seguridad de salvación. Pero la realidad es que todo lo que hacemos es responder en obediencia a las obras que Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas, y esto es posible por el poder del Espíritu Santo en nosotros, (Ef. 2:8–10). El fundamento de las buenas obras se debe a que Dios las preparó, las hizo en Cristo, y las realiza en nosotros por medio de su Espíritu. El evangelio es el anuncio de las buenas noticias de la vida, muerte, resurrección y ascensión de Jesús Hijo de Dios para salvar a pecadores y adoptarlos por medio del Espíritu Santo. Por lo tanto, el evangelio no es hacer, sino es recibir lo que Cristo ya hizo por nosotros. Nuestra esperanza no está en un líder religioso, en una denominación, ni siquiera en el Apóstol Pedro, sino que nuestra confianza está en quien murió para con Su sangre redimir a Su Iglesia y con su Espíritu construirla para que sea más y más como su Señor y Salvador Jesucristo. Una enseñanza diferente es otro evangelio, y otro evangelio no salva.

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