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Cuando he ido a las tiendas en busca de ropa me he percatado de que hay algunas vestimentas llamadas “talla única”. Queriendo saber qué significa, le pregunté a los empleados y me han dicho que esta es una talla que está hecha para vestir a todo tamaño de cuerpo. Es una pieza fabricada con un tipo de tela que expande y se ajusta a cualquier talla. Me gusta el nombre en inglés “One size fits all”, es decir, un tamaño le sirve a todos.

A la pregunta si una madre en etapa de crianza puede trabajar fuera del hogar, sé que muchos quisieran darle una respuesta de “talla única”, o una respuesta que le sirva todos. Pero en este mundo caído, las cosas no funcionan como idealmente deberían funcionar. A esta respuesta hay que buscarle varias tallas.

Entendiendo la crianza

Lo primero que debemos entender es la crianza. La Palabra de Dios es clara y extensa en cuanto a la crianza de los hijos. Deuteronomio 6:6-7 es uno de los pasajes más usados al hablar de crianza y nos dice: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.

En este versículo Dios deja claro lo siguiente: la crianza es un trabajo delegado a los padres, no a los abuelos, no a la persona que ayuda en la casa, no al colegio ni a la iglesia. Ellos pueden “cuidar” de tus hijos, pero nunca “criarlos”. Este trabajo de crianza amerita de parte de los padres instrucción incesante, la cual es difícil de aplicar si no hay una presencia constante. La etapa de crianza es la etapa de las oportunidades.

Los mejores momentos de instrucción no son cuando nosotros tenemos el tiempo o cuando se pueda o cuando queramos, sino cuando las circunstancias del día a día te presentan la oportunidad de aplicar instrucción. Por eso la importancia de estar “ahí”. Si dejamos pasar el momento que ameritaba una instrucción, el efecto no es el mismo que si hubieses estado presente en el acto. La crianza es un cumulo de instrucción que va formando el carácter de tu hijo, y por eso la importancia de aplicarla en todo momento.

Razones legítimas e ilegítimas

Lo ideal es que toda madre en etapa de crianza esté con sus hijos, pero la realidad, como dije al principio, es que vivimos en un mundo caído, con personas caídas, que no nos permiten ajustarnos a este ideal. Por esta razón, en mi corazón hay una carga constante por aquellas madres solteras a quienes el padre de sus hijos no suple lo necesario para vivir dignamente, y en la mayoría de los casos esto las lleva a salir fuera de su casa a buscar el sustento para sus hijos. A la vez, descanso en la promesa de Dios de que Él es fiel a sí mismo (2 Timoteo 2:13) y sé que suplirá todo lo necesario para que esa madre soltera encuentre el apoyo en la crianza, sabiduría y gracia para sacar sus hijos adelante.

Ahora bien, vivimos en un mundo caído que a muchas madres que no son solteras le ha dado razones legítimas o ilegitimas para ausentarse en la etapa de crianza de su hijos. Una primera razón pudiera ser ignorancia al mandato Bíblico de la responsabilidad de la involucración directa de los padres en la crianza, como vimos en Deuteronomio. Si ese es tu caso, te exhorto a estudiar mejor este tema a la luz de las Escrituras.

Algo muy diferente es si una madre que conoce su rol sale en busca de contribuir con la provisión. En este punto quisiera detenerme un poco más, porque como mencioné, para esta respuesta no podemos buscar una de “talla única”.

Si estás leyendo este articulo, es probable que vivas en un país subdesarrollado, donde la realidad económica es muy diferente a la de las grandes potencias, producto del mundo caído y de las personas caídas que nos gobiernan y que nos rodean. Nuestros países son por lo regular pobres, con un sistema de salud pública mediocre. Una madre responsable puede que busque el tener un seguro privado que le proporcione acceso a una clínica, donde pueda obtener un servicio de salud digno para sus hijos. Eso cuesta dinero.

En los países pobres, las escuelas públicas generalmente no brindan a los hijos una educación de calidad media, por lo que muchas veces la colegiatura debe ser costeada por los padres. Eso cuesta dinero. En los países subdesarrollados, la delincuencia es algo del día a día, por lo que si quiero proteger a mis hijos de un ambiente corrupto y peligroso, lo ideal sería que mi vivienda esté ubicada en una zona de menos riesgo, y probablemente tenga que pagar por poner hierros en las afueras de la casa, además de comprar candados para las puertas. Eso también cuesta dinero.

Es mi opinión que todas estas son razones legítimas y que valen la pena sopesarse en oración. Aun así, la mujer debe pedirle a Dios ayuda para idear formas creativas en las que ella pueda ser productiva dentro de su casa, como la mujer de Proverbios 31. Pero si no la encuentra y necesita ayudar con el sustento, deberá pedir doble porción de sabiduría y gracia de nuestro Señor para poder formar el carácter de su hijo, y si lo hizo por razones legítimas, yo sé que nuestro buen Dios, quien da más abundantemente de lo que podamos pedir, la ayudará.

Motivaciones del corazón y contentamiento

Habiendo visto todo lo anterior, pudiéramos preguntarnos ¿cuándo mis razones se pudieran convertir en “ilegítimas”? Ese punto es un asunto de análisis de las motivaciones del corazón, el cual dice la Biblia que es engañoso (Jer.17:9) y por ser engañoso, mis motivaciones se pueden disfrazar de piedad y sacarme de mi casa sin ser necesario. Además de las motivaciones del corazón, debemos de analizar nuestro grado de contentamiento con lo que el Señor ha permitido que tengamos.

En 1 Ti. 6:6-10 Pablo se extiende hablando al respecto, y quisiera citar el comentario de William Macdonald sobre este versículo, que entiendo no puede ser más preciso:

“El contentamiento reside en estar satisfecho con las necesidades básicas de la vida. El cristiano debería buscar primero el reino de Dios y Su justicia y Dios se cuidará de que no le falten las cosas básicas de la vida. Desear enriquecerse conduce a los hombres a la tentación. Este deseo se vuelve tan intenso que no se puede librar de él. Quizá se promete que cuando llegue a una cierta cantidad en la cuenta bancaria, se detendrá. Pero no puede. Cuando llega a aquella meta, desea más. El anhelo de conseguir dinero también trae consigo ansiedades y temores, que atan el alma. La gente que se decide a enriquecerse cae en muchas codicias necias. Existe el deseo de «ser como los vecinos». Para mantener un nivel social en la comunidad, se ven llevados a sacrificar algunos de los valores realmente valiosos de la vida”.

En lo que a este escrito le compete, queda claro lo valioso de la importancia de la presencia de los padres, y en especial de la madre, en la etapa de crianza de los hijos. Esto nos lleva a preguntarnos cosas como, ¿has sucumbido a las necesidades que el mundo vende como necesarias o importantes pero que Dios dice que no lo son? Por ejemplo, un ingreso independiente al de tu esposo por el deseo de no depender de él o simplemente el deseo de desarrollar tu carrera profesional para no “engavetar” todos tus conocimientos. ¿Se ha desviado tu corazón buscando complacer al mundo y no ha Dios? Por ejemplo, mi búsqueda de aprobación por lo que hago, vergüenza por emplear en esta etapa de tu vida tus dones y talentos al servicio de tus hijos y no a un negocio o una compañía. ¿Has caído en las garras de la falta de contentamiento? Tus necesidades básicas están cubiertas, pero no estás conforme, quieres más.

No está mal aspirar a una mejor calidad de vida, la pregunta sería qué estás sacrificando para obtenerla. Mira tu esfuerzo y tu tiempo en la casa como el privilegio que Dios te ha dado de cultivar personalmente esas “plantas”, tomando en cuenta que la grosura de esos frutos no los verás inmediatamente. Proverbios 31 nos muestra que la mujer siempre debe ser productiva. Es cumplir con el mandato de la creación. La pregunta es cuál es el tiempo y el lugar de invertir esos dones y talentos que Dios te ha dado. En otra etapa de la vida de tus hijos habrá tiempo para salir de tu casa a trabajar si así lo entiendes, pero ahora Dios te ha encomendado una tarea con tus hijos, por lo que te pido que en oración evalúes las motivaciones de tu corazón y analiza si en esta etapa de crianza estás yendo a trabajar en busca de una vida “digna” o de una vida “lujosa”.

“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt. 6:19-21).

La Palabra nos enseña que si Dios no escatimó aun a su propio Hijo, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas? Nuestra mayor necesidad fue cubierta en la cruz del Calvario. Ya que es así, en Él podemos encontrar la sabiduría, gracia, amor y provisión que necesitamos en el regalo de esta etapa, sea cual sea la talla que debamos vestir.

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