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Nota del editor: 

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Si pierde a un familiar o amigo cercano católico, ¿puede un cristiano asistir a su Novenario?

Nací y me crie en la República Dominicana. Aunque desde mi niñez formé parte de una iglesia evangélica, recuerdo vívidamente las típicas ceremonias católicas que se celebraban en las calles de mi barrio, tales como los “Via Crucis” y los “Novenarios”, también llamados “los nueve días”.

Recuerdo que para el Novenario de uno de nuestros vecinos hasta cerraron la calle al tránsito vehicular, mientras que mucha gente llegaba a darle el pésame a los familiares, a “rezar”, a comer galletitas con café, a hacer chistes, y ¡hasta a jugar dominó! También llegan a mi memoria aquellas famosas “lloronas” o “rezadoras profesionales”, que hacían un gran alboroto repitiendo oraciones mientras “lloraban desconsoladamente”, como si en realidad les doliera el difunto. Como cristiano evangélico, yo no entendía el porqué mis vecinos hacían todo esto: nunca vi hacer cosas semejantes cuando moría algún hermano o hermana de la iglesia. Pero el hecho de que no sea común en nuestros círculos no significa que no tengamos que presentar defensa en algún momento.

¿Qué es un Novenario?

La Real Academia de la Lengua Española define el Novenario como un “espacio de nueve días que se emplea en los pésames, lutos y devociones entre los parientes inmediatos de un difunto”.

La Iglesia Católica celebra el Novenario a los difuntos a razón de la creencia errónea de que existe un Purgatorio. Según los católicos, “el Purgatorio es el lugar o estado por medio del cual, en atención a los méritos de Cristo, se purifican las almas de los que han muerto en gracia de Dios, pero que aún no han satisfecho plenamente por sus pecados”.  Las oraciones ofrecidas en los Novenarios tienen el propósito de “ayudar a los que están en el Purgatorio para que pronto puedan verse libres de sus sufrimiento y ver a Dios”.

De acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, el párrafo 1030: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”. Y en el párrafo 1032 dice: “La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos”.

Esta enseñanza católica de que existe un Purgatorio está directamente en contra de la clara enseñanza bíblica sobre la suficiencia del sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz para la salvación por gracia de todo aquel que cree en Él (cp. Hechos 3:19, Hechos 4:12; Romanos 3:20, Romanos 5:1, Romanos 5:10, Romanos 6:23, Romanos 8:29-39, Romanos 10:9-10; Gálatas 2:16, Gálatas 3:10;  Efesios 1:7, Efesios 2:8-9; 2 Timoteo 1:9; Tito 3:5). La Biblia enseña que no hay nada que humanamente podamos hacer para obtener nuestra salvación o para salvar a otro de la condenación eterna, y mucho menos cuando se trata de un difunto (cp. Hebreos 9:27).

¿Puede un cristiano asistir a un Novenario?

Al conocer qué es un Novenario y lo antibíblico de la enseñanza del Purgatorio, nuestra primera reacción ante esta pregunta pudiera ser un no fulminante. “Esa es una práctica pagana y no debemos apoyarla”, puede ser respuesta de algunos. Y estas respuestas tienen cierta sabiduría detrás. Si la pregunta es si debemos aceptar y apoyar un Novenario, no tenemos que preguntar mucho más: un cristiano no puede aceptar o apoyar la mentira. A la vez, debemos comprender que estamos lidiando con amigos cercanos o quizás hasta familiares que no son creyentes y que necesitan conocer la verdad del evangelio.

Recientemente hice esta misma pregunta en un Foro Bíblico en Facebook y obtuve una diversas respuestas y testimonios. Aquí algunas de las respuestas de los foristas que quizás nos puedan dar luz a cómo actuar ante esta situación:

  • “Asistes para prestar respetos a la familia…”
  • “Voy, doy mis respetos y condolencias, y luego muy sabiamente me retiro, salgo afuera, de donde se esté haciendo celebrando el rezo. No hay nada de malo en acompañar a familiares o ir a una funeraria, es no ser partícipes de vanos e idólatras rezos”.
  • “El ir a cumplir y dar condolencias en ese momento no es ‘participar’ de dichos eventos”.
  • “Debemos ser solidarios y acompañar a los deudos en esos momentos”.
  • “Creo que la presencia como apoyo a la familia basta, y en su momento hablarle del evangelio”
  • “Pienso que no se puede generalizar… depende de ‘quién’ es el difunto, qué tan cercano eres de la familia, y qué tanto te importan para, con mucho amor y misericordia, aprovechar el momento para hablarles del amor de Cristo”.

El consenso general en estas opiniones de diversos hermanos en Cristo es que el asistir por un momento a un Novenario, con el propósito específico de apoyar a los familiares y amigos cercanos, está permitido. Sin duda, los creyentes estamos llamados a llorar con los que lloran (Romanos 12:15). Pero es evidente que debemos tener cuidado de no participar activamente en las ceremonias (rezos, prender velas, etc.,) ya que, aunque sabemos que estas son ceremonios infructuosas y vanas (cp. 1 Corintios 8:4), debemos mantener nuestro testimonio.

En conclusión

Mi consejo es que si se presenta la oportunidad de asistir a un Novenario de un amigo cercano o un familiar católico, le pidamos a Dios sabiduría para evaluar el caso y poder marcar la diferencia en aquel lugar, comportándonos como dignos embajadores de Cristo que somos (2 Corintios 5:20). Debemos ir preparados, por si Dios nos concede la oportunidad de predicar el evangelio verdadero a alguno de los allí presentes.

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