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Según investigaciones, la psicología es comúnmente la disciplina de estudio con más profesores ateos.[1] Este no es un dato difícil de creer, pero sí es un dato que se presta a ser mal representado. A menudo en círculos cristianos encontramos comentarios que promueven al rechazo abierto y completo de la psicología. Es cierto que debemos ser sospechosos de cualquier enseñanza cuya cosmovisión sea incorrecta, pero de manera similar la Escritura nos enseña que hay cierta nobleza en comparar todos los conocimientos a la luz de los principios de la palabra de Dios (Hch. 17:11). ¿No puede un cristiano aprender de un biólogo, médico, o psicólogo ateo? El espíritu cristiano no debe rechazar sin antes analizar, porque el amor todo lo cree (1 Co. 13:6). El llamado del cristiano es, entonces, a juzgar con juicio justo, conforme a las evidencias.

¿Para qué sirve la psicología?

En pocas palabras, la psicología es el estudio científico de la conducta y los procesos mentales que le acompañan. Debido a la complejidad humana, la psicología se divide en docenas de ramas interrelacionadas. En sentido general la Psicología tiene 4 metas que energizan sus avances: Describir la conducta observada; Explicar lo observado y su relación con diversos factores; Proponer teorías que puedan predecir futuros resultados, y; Proponer métodos que ayuden a modificar los trastornos o disfunciones hacia formas más deseables.

El resultado más común es que las evidencias que serán analizadas no serán distintas solo porque el analista sea cristiano. Evidencia de esto lo tenemos en el libro de Proverbios. Los proverbios sirven de ejemplo bíblico para mostrar los beneficios que podemos obtener luego de observar y estudiar la conducta humana. Muchos de los proverbios que encontramos en la Biblia no son mandatos, sino sabias conclusiones a la conducta observada que pueden ser identificadas por personas a quienes Dios en su gracia común les haya dado la sensibilidad o el talento para hacerlo. Por esa razón, no debe sorprendernos cuando encontramos en Proverbios mucho sentido común para todos los hombres y que en la historia otros hombres con sabiduría humana hayan alcanzado similares conclusiones sin influencia del conocimiento bíblico. Por ejemplo: “¿Has visto un hombre diestro en su trabajo? Estará delante de los reyes” (Prov. 22:29a) es sabiduría divina; “Quien bien come bien trabaja” es un refrán popular.

El conocido psicólogo Dr. Hobart Mowrer, ateo y suicida, que en su momento fue presidente de la asociación de Psicología Americana, fue de gran ayuda, rechazando la teoría de que los trastornos libraban a los pacientes de responsabilidad.[2] El Dr. J. Davies es uno de los profesionales seculares modernos que a manera de crítica han admitido que “muchos en vez de tener baja autoestima están plagados de amor propio y no son capaces de amar a otros”.[3] Todos podemos beneficiarnos de los estudios de la psicología. No obstante, cuando tratamos el tema de las causas, conclusiones fundamentales, o métodos de cambio, no debe sorprendernos que a menudo las interpretaciones estén significativamente inclinadas por los prejuicios seculares.

Consejería bíblica vs. Psicología secular

La diferencia distintiva de la consejería bíblica y la psicología secular se resumen en una palabra: “corazón”. La psicología rechaza el concepto de que el ser humano fue creado a la imagen de Dios, es decir, que fuimos diseñados por Dios, para funcionar a la manera de Dios, para los propósitos de Dios, y que en el centro de todo encontramos el corazón. Para la ciencia secular, el corazón no es más que el asiento de las emociones, pero las Escrituras muestran el corazón como el centro de control moral y de motivación de la persona. La Escritura usa la palabra corazón para incluir los pensamientos, las emociones, las decisiones, la conducta, las conversaciones, los deseos y todas las demás cosas en la vida de una persona. Por esa razón, cuando Dios habla de cambiar nuestras disfunciones, o pecados, lo define en términos espirituales, y nos provee de las buenas noticias de que nos dará un nuevo corazón (Ez. 36:26).

El conocimiento secular asume que para tener buenas interpretaciones y conclusiones no se puede incluir a Dios y sus enseñanzas como parte de los factores fundamentales. Esa premisa es exactamente lo que cataliza sus errores más comunes. Por ejemplo:

  • Asumen que la naturaleza humana es básicamente buena o no aceptan de que tenga una inclinación natural hacia el mal.
  • Promueven que las personas tienen la respuesta a sus problemas dentro de sí mismas.
  • Algunos proponen que la clave para entender y corregir las actitudes y acciones de una persona yace en alguna parte de su pasado.
  • Indican que los problemas de los individuos son el resultado de lo que alguien les ha hecho.
  • Enseñan que los problemas humanos pueden ser puramente psicológicos en su naturaleza, sin relación con ninguna condición espiritual.
  • Asumen que la palabra de Dios no tiene nada que ofrecer para los problemas profundamente arraigados y que solo los puede resolver un profesional mediante el uso de terapia.
  • Promueven que la guía Cristo-céntrica de las Escrituras, la oración y el Espíritu Santo son recursos inadecuados y simplistas para solucionar ciertos problemas.
  • Ignoran las causas fundamentales y le llaman causas a muchos factores circunstanciales.
  • Sus metas están definidas por los deseos de la sociedad, no lo que honra al Creador. En sentido general la psicología secular no define metas más allá de cambios observables en la conducta.

En cambio, la consejería bíblica aspira ser fiel al diseño de Dios, sabiendo que sin un corazón que anhele a Dios sobre todas las cosas, es imposible agradar a Dios (Heb. 11:1-6). Un cambio real, significativo y duradero necesita la gracia de Dios que fue comprada con la sangre de Jesús, y que llega a los pecadores por medio de un cambio en el corazón.

¿Qué hago si soy psicólogo o estudiante de psicología?

¡Maneja con precaución! El Dr. Sam Williams, profesor de Consejería en el Southeastern Baptist Theological Seminary recomienda que si no eres hábil en el pensamiento crítico y en el conocimiento bíblico, teológico y apologético, serás absorbido, y terminarás funcionando principalmente como un psicólogo que también es cristiano, y no como uno que principalmente es cristiano y que también es psicólogo. Sin embargo, si estás preparado para asumir el reto, habla con tu pastor. Si quieres ser misionero en un ambiente académico hostil, mi recomendación sería que por cada hora de clase o libro de psicología, estudies un libro de teología, uno de consejería Bíblica y uno de apologética o cosmovisión cristiana.


[1] Neil Gross, Sociology of Religion, p 70, 2009

[2] Larry Crabb, Effective Biblical Counseling & Basic Principles of Biblical Counseling.

[3] J. Davies, “The Importance of Suffering: The Value and Meaning of Emotional Discontent”, citado en Reflexiones sobre la Fe y el Sufrimiento: Caminando Con Dios en medio del Sufrimiento de Dr. Tim Keller.


Crédito de imagen: Lightstock.

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