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“Pero nosotros sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente”, 1 Timoteo 1:8

Desde mi perspectiva, uno de los aspectos de mayor importancia, y más descuidados en nuestras iglesias, es la interpretación de la ley mosaica en la vida del cristiano.

Puede resultar un poco confuso para el cristiano el leer a Pablo hablando de la ley. Por momentos, él se refiere a la ley como buena, y en otros momentos como mala. En instantes la ley es un deleite; en otros, es lo que nos hace conscientes del pecado.

Los tres usos de la ley

Históricamente, la tradición reformada ha visto tres usos principales para la ley:

  1. Nos muestra el pecado. Sirve como un espejo que muestra nuestra necesidad de Cristo.
  2. Restringe el pecado. La ley no puede cambiar el corazón del hombre, pero puede restringir el mal del injusto al justo.
  3. Nos muestra qué le place a Dios. La ley es un reflejo del carácter de Dios, y cuando actuamos de acuerdo a ella reflejamos el carácter de Dios.

Uso incorrecto de la ley

El uso incorrecto de la ley tiene un enfoque legalista. La usamos para pensar de una forma moralista: “Si haces esto y esto, serás aceptado delante de Dios”. A esto alude Pablo en Romanos 10:4-5: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree. Porque Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella”.

Todo cristiano debe afirmar que el único que ha obedecido completamente la ley es Cristo. Por consiguiente solamente por los méritos de Cristo somos aceptados por Dios. Si este es el caso, la ley nos muestra que necesitamos de la rectitud de Cristo, ya que nosotros no la cumplimos, y en agradecimiento queremos reflejar el carácter de Dios que es mostrado en la ley.

Cristo en la ley

Históricamente en la iglesia hispana no sabemos bien cómo interactuar con el Antiguo Testamento. Vemos estos libros como un grupo de historias que nos muestran héroes, los cuales debemos imitar. O simplemente mandamientos que debemos seguir. En el peor de los casos, tomamos textos fuera de su contexto para poner cargas o reclamar promesas que no fueron diseñadas para nosotros. Por consiguiente, muchos de los sermones que escuchamos del Antiguo Testamento tienden a ser moralistas y nos impulsa a imitar la conducta de estos personajes bíblicos.

Jesús nos enseñó algo diferente. A los discípulos en camino a Emaús, Él les dio una tremenda llave hermenéutica: “Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a El en todas las Escrituras”, Lucas 24:27. Jesús tomó todo el Antiguo Testamento y les dijo “cuando leas estos libros, ¡búscame a mí!”.

Cuando vemos todos los mandamientos en el Pentateuco, antes de decir “¡debo obedecerlos!”, debemos darnos cuenta de nuestra incapacidad de obedecerlos perfectamente. Eso debe llevarnos a decir “Cristo los obedeció y, por consiguiente, ¡esa rectitud me pertenece porque estoy unido Él!”.

La historia del Antiguo Testamento narra la espera de la llegada de la simiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15). Una y otra vez vemos hombres que parecen ser los lo lograría, pero se quedaron cortos. Abraham dudó; Noé se embriagó; David adulteró y el Pueblo de Israel continuó desobedeciendo.Y es que al final solo Cristo podía redimirnos. Aun el mejor de los personajes del Antiguo Testamento solo podía apuntarnos a Cristo y su perfección.

Una sola ley, vista de diversas formas

¿Cómo debo ver los mandamientos del Antiguo Testamento luego de la cruz?

Históricamente la tradición reformada ha dividido la ley en tres facetas:

  • La ley civil, que tiene que ver con aspectos de Israel como una nación.
  • La ley ceremonial, aspectos religiosos de cómo lidiar con el pecado por medio de sacrificios.
  • La ley moral, que tiene que ver con la conducta del pueblo para reflejar el carácter de Dios.

Aunque esta división no es perfecta, nos puede ayudar a distinguir aspectos de la ley que ya no son normativos para el creyente del Nuevo Testamento. Sabemos que todas las regulaciones del templo y la ley religiosa fueron completadas por Cristo en la cruz. Por consiguiente no necesitamos templo, tabernáculo, ni sacrificios. Sabemos que el pueblo de Dios ya no es una entidad geopolítica, Israel, sino la iglesia, que es un ente que va más allá de fronteras. Así que la ley civil ya no es normativa para el creyente.

Continuidad y discontinuidad

Basado en algunos de estos principios, es de suma importancia reconocer que hay aspectos de la ley que tienen continuidad en el creyente y otros que tienen discontinuidad. Por ejemplo, las regulaciones de dietas fueron claramente discontinuadas en el Nuevo Testamento (cp. Ro. 14:14, Mt. 15:11), y por consiguiente los creyentes podemos comer langosta y carne de cerdo (¡gloria a Dios!). De la misma forma, debemos estudiar con cuidado los temas del Antiguo Testamento y cómo estos se relacionan con el Nuevo Testamento. Temas como el diezmo y la observación del Sábado, entre otros.

Es importante aclarar que los aspectos donde existe discontinuidad no anulan la inerrancia de las Escrituras. Lo que sí debemos ver es que la Biblia es un documento que se desarrolla en el plan de redención histórico de Dios, y hay aspectos de la ley que, al Cristo cumplir perfectamente, son discontinuados en la práctica del creyente del Nuevo Testamento, porque estamos unidos a Cristo.

Hay otros aspectos que vemos continuidad en prácticas del Antiguo Testamento en el Nuevo, en especial en cuanto a la conducta moral del pueblo de Dios. Vemos que debemos tener un solo Dios, amar a nuestro prójimo, no adulterar, no robar, no matar, no codiciar. Claramente hay una continuidad de estos mandatos del Antiguo en el Nuevo.

Guías teológicas

En el espacio asignado es imposible cubrir este tema tan extenso. Mi deseo es animarles a considerar la importancia de poder interpretar el Antiguo Testamento de forma responsable, dentro de su marco Histórico-Redentivo. Hay varias líneas teológicas históricas, que nos ayudan a mantenernos en un marco ortodoxo de cómo ver la Biblia en su totalidad. Ya sea que sigamos la Teología del Pacto, la Nueva Teología del Pacto o aun la postura dispensacionalista, para guiar correctamente a nuestras congregaciones, es importante que podamos entender cómo leer al Antiguo Testamento y mostrar a Cristo en toda la Escritura.

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