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Carisma. Deseado por muchos. Dominado por pocos. Pero los que lo poseen, ganan la atención de sus oidores.

Desafortunadamente, esta es la realidad que vivimos en muchas de nuestras iglesias. Nuestra cultura nos prepara para admirar el carisma de una persona, no su carácter. Y es por eso que vemos cosas como machismo y orgullo en tantos líderes, que aunque son actitudes contrarias al evangelio, se le resta importancia por lo carismático del predicador.

No ha de ser así entre nosotros

Si eres un pastor o líder de la iglesia de Cristo, nuestro Señor tiene un nombre y una función de mucha honra para ti: Siervos. Así nos dice en el Evangelio de Mateo:

“Ustedes saben que los gobernantes de los Gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos”, Mateo 20:25-27

Nuestra cultura abre la puerta para que personajes con personalidades llamativas califiquen para tomar el liderazgo de la iglesia en base a su personalidad. Pero Jesús les dice a sus discípulos que, en vez de buscar dominar por medio de autoridad (legítima o no), busquemos servir por medio nuestra humildad.

Entendiendo la humildad

Si la humildad debe ser nuestra característica, ¿cómo debemos entender lo que es ser humilde? La persona humilde no se estima a sí misma con gran importancia, más bien estima y tiene en claro la importancia de Dios y su gloria. Ser humilde requiere reconocernos, genuinamente, como creación de Dios, y exaltarlo a Él como el ser más importante del mundo. La persona humilde se deleita en la gloria de Dios y glorifica a Dios. Aquí algunas formas como eso sucede:

1. La humildad hace brillar el evangelio

Desde Génesis podemos ver que el plan de salvación desarrollado en la historia primeramente tiene como fin la gloria de Dios. Nosotros nos hemos entregado al pecado y estamos muerto en nuestros delitos. No nos podemos rescatar a nosotros mismos. Dios entonces prometió que desde el vientre de un anciano serían benditas todas las naciones del mundo. Jesús, la descendencia de Abraham, Dios hecho hombre, se humilló, dejando su gloria para sufrir en las manos de su creación. Su palabra sostiene el mundo, y la cruz sostiene nuestra redención.

Vivir en línea con este mensaje, resaltar y hacer brillar este mensaje requiere de predicadores y líderes humillados por su pecado, dedicados a exaltar al Salvador solamente.

2. La humildad nos da la oportunidad de experimentar el poder de Dios

“Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes” (Stg. 4:6). Nuestra habilidad de ser efectivos en nuestra obra depende del poder de Dios. Podemos entender todo sobre un pasaje, y tener el sermón más elocuente jamás predicado, pero si Dios no respalda nuestro trabajo, en vano laboramos. La realidad es que nosotros somos utensilios en las manos de Dios. Utensilios que sin la gracia de Dios son inútiles. Pero el orgullo depende de sí mismo, no de Dios. Y Dios se opone a los soberbios porque buscan su propia gloria.

Es al dejar los resultados en manos de Dios que reconocemos que sin su poder la iglesia no es edificada y los incrédulos no son salvos. Para experimentar el poder de Dios, necesitamos dedicarnos a la oración, la expresión apropiada de un corazón humilde.

3. La humildad nos recuerda que Jesús es la cabeza de la iglesia

Una razón más por las que debemos ser líderes humildes es porque reconocemos que ejercemos nuestro labor debajo del señorío de Jesús, quien es el buen pastor. Nosotros no somos los dictadores de la iglesia. Jesús encabeza la iglesia. Todo lo que pasa es determinado por Él. Nuestro rol es el de administrar su voluntad. Y, de hecho, por eso no predicamos nuestras ideas, nuestros temas o nuestros intereses. En humildad y oración, estudiemos la Palabra de Dios y busquemos exponer Su voluntad.

4. La humildad modela un carácter santo

Finalmente, nuestra disposición humilde ayuda a fomentar en la iglesia un carácter santo. Al nosotros modelar un carácter humilde, también ayudamos a preparar al resto de los hermanos a adoptar la misma actitud. Esto a su vez ayudará a la iglesia a mantener la unidad, y la protegerá contra un conflicto mal manejado. Puede ser que la razón por la cual hay falta de unidad en tu iglesia es porque no has hecho el trabajo necesario para modelar cómo se resuelven los conflictos. La mayoría son resueltos con un espíritu humilde.

Hermanos por causa de la gloria de Dios y para el bien de la iglesia, no podemos depender no depender de nuestras habilidades o de nuestro carisma, sino de la Palabra de Dios y su poder. “Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El los exalte a su debido tiempo”, 1 Pedro 5:5-6.

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