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Los tiempos navideños pueden ser una montaña rusa emocional. En un momento estamos en fiestas y en el siguiente nos encontramos evaluando lo que tanto queremos y no tenemos. Estamos en un momento rodeados de personas y en el otro sintiéndonos tan solos como si fuésemos la única alma en un desierto. Ahora bien, la realidad a la cual muchos estamos ajenos es que para la mayoría del planeta la Navidad no es un tiempo de celebración, porque ellos no conocen de Aquel que nació.

Según nota en el Joshua Project, de acuerdo al Atlas de Cristianismo Global (Atlas of Global Christianity) aproximadamente 2,026,000,000 de personas son consideradas no-evangelizadas, lo que quiere decir que no tienen acceso adecuado ni oportunidades de escuchar el evangelio. Tantos millones de personas no han escuchado el nombre de Cristo y no tienen a nadie quién pueda declararles efectivamente las buenas nuevas.

Para tantos, Jesús no tiene significado especial. Para tantos, Él es solo un nombre con poder místico, no el Hijo de Dios, el único en el cual hay salvación. Para otros más es solo un profeta entre muchos, no Dios, mismo quién se encarnó para dar Su vida para reconciliarnos y traer paz eterna con Dios. Para el 40% del planeta, es un nombre inexistente. Si hoy vas y les cuentas de Su nacimiento, esta sería la primera vez en sus vidas que escuchan de Él.

Otro tipo de resoluciones

Es una muestra de la gracia de Dios que muchos de nosotros recibimos bonos navideños y regalos de quienes nos aman. Este también es un tiempo en el cual hacemos resoluciones de cosas que queremos que pasen en este año que se aproxima. Yo quiero invitarte a dar un nuevo tipo de regalo, y a pensar en hacer resoluciones diferentes. El regalo que te invito a dar es que anuncies a alguien, o a muchos, la venida de Cristo. La resolución es que te mantengas dando ese regalo a lo largo del año. Algunas preguntas prácticas para cumplir con eso:

  • ¿Quién es alguien con quién necesito insistentemente compartir el evangelio esta navidad?
  • ¿Quién es un amigo, conocido, familia o líder gubernamental por quién necesito orar para que escuche y entienda el evangelio?
  • ¿Existe alguna comunidad, barrio, lugar, país por el cuál Dios esté cargando mi corazón?
  • ¿Me está llamando Dios a orar de manera comprometida para la causa de las misiones transculturales y los pueblos no alcanzados?
  • ¿Cuánto quiere que dé de mis finanzas para el avance del evangelio?
  • ¿Quiere Dios que vaya o me mude a una zona rural, pueblo, ciudad u otro país para el avance del evangelio?
  • ¿A qué persona me está guiando Dios para que la discipule?
  • ¿Quiere Dios que abra mi hogar para un grupo pequeño? ¿Para iniciar una iglesia?
  • ¿En qué áreas de mi carácter personal necesito reflejar más a Dios con nosotros, de forma que cuando yo esté con las personas genuinamente puedan ver más de Cristo y menos de mí?

Muchos no tendremos que abandonar nuestros países para que esto pase. Pero sí estaremos llamados a revisar nuestras propias vidas y despojarnos de nuestro orgullo y superficialidad para empezar a ver claramente la verdadera necesidad, pobreza y banca rota espiritual que nos rodea. A ellos no les ha amanecido.

Necesitamos anunciar con gozo estas buenas nuevas que traen vida, salvación, esperanza y reconciliación eterna con Dios. El mejor regalo de Navidad que podemos dar es el mismo que hemos recibido. Dios es con Nosotros en Cristo Jesús: ¿qué debo hacer yo para que sean menos los que pasen otra navidad sin Emmanuel?

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