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La iglesia hispanoparlante no siempre ha contado con recursos de enseñanza teológicamente ricos y en su idioma. Por la gracia de Dios, aunque años atrás teníamos pocos libros de pocos temas, ese tiempo está terminando. “Nuestra adoración importa” es prueba de esto.

Bob Kauflin es el pastor de adoración de Sovereign Grace Church en Louisville, y director de Sovereign Grace Music. Ha servido en este ministerio por más de 30 años, liderando, enseñando, produciendo, y componiendo para la iglesia a través de álbumes, conferencias, talleres, y libros como este.

Nuestra adoración importa: Guiando a otros a encontrarse con Dios

Nuestra adoración importa: Guiando a otros a encontrarse con Dios

B&H. 209 pp.
B&H. 209 pp.

“La adoración es acerca de lo que nosotros amamos. Aquello por lo que vivimos”. (p.19)

Domingo a domingo adoramos y cantamos, pero ¿nuestra adoración realmente se trata de Dios? Lamentablemente, la mala enseñanza, la falta de una teología bíblica Cristocéntrica, y el exceso de espectáculo es lo que caracteriza estos tiempos en muchas de nuestras iglesias. Musical, artística y doctrinalmente, la adoración ha pasado de ser el pueblo de Dios exaltando a Dios, a el hombre exaltándose a sí mismo y “sintiéndose bien” con el Señor.

Mientras que algunos libros se centran en la teología de la adoración y otros en la práctica, “Nuestra adoración importa” hace el balance perfecto entre ambos enfoques. Así el libro, aunque un poco extenso, introduce e instruye tanto al nuevo cristiano como al pastor de adoración, de una manera ejemplar.

“La adoración es importante. Es importante para Dios porque Él es digno de toda adoración. Es importante para nosotros porque adorar a Dios es la razón para la cual fuimos creados. Y es importante para cada líder de adoración, porque no hay privilegio más grande que guiar a otros a encontrarse con la grandeza de Dios”. (p. 21)

Nuestra adoración importa” se divide en cuatro grandes secciones: el líder, la tarea, tensiones saludables, y relaciones correctas.

1. El líder

El corazón del líder es su desafío más grande cada domingo. Las primeras cosas que deben de ser trabajadas son su carácter, teología, práctica y vida. En esta sección, Kauflin se abre humildemente al lector utilizando varias anécdotas de su propia vida. Pronto nos damos cuenta que la lucha contra el orgullo y la autodependencia son problemas que también nosotros tenemos.

El autor escribe, “Cuando busqué la gloria para mí mismo, la alabanza por mis logros, y el crédito por mi crecimiento, yo no estaba dependiendo de mi Salvador: yo estaba buscando una audiencia” (p. 27). Esta frase toca un tema sumamente importante y necesario en nuestra forma de ver el ministerio: la adoración no es un espectáculo y el santuario no es un escenario. No hemos venido a ver un show, sino a ser parte de un servicio en el cual nosotros ofrecemos adoración al Señor, y al mismo tiempo somos esperanzados, confrontados y celebramos su verdad.

Esta parte no es meramente una introducción, sino el fundamento de nuestra adoración.

“Si no estamos ejemplificando un genuino anhelo de glorificar a Dios que toque cada aspecto de nuestra existencia, entonces no debemos dirigir la adoración de los domingos” (p. 50).

2. La tarea

¿Qué es ser un líder de adoración? ¿Por qué se necesita uno?

La influencia de los líderes de adoración ha sido amplia y a menudo beneficiosa. Han hecho que nos demos cuenta de la importancia de alabar a Dios y de que nos involucremos profundamente con Él cuando cantamos.

Está claro que las responsabilidades de un líder de adoración incluyen pastorear, presidir, administrar y enseñar semana a semana, pero en esta segunda sección, Kauflin nos provee de una descripción de trabajo aún más detallada y bíblica. Posteriormente nos lleva a estudiar línea por línea en los diez capítulos siguientes lo que constituye el corazón del oficio:

Un líder de adoración fiel

Exalta la grandeza de Dios

En Jesucristo

Por medio del poder del Espíritu Santo

Al combinar hábilmente la Palabra de Dios con la música, 

Motivando a la iglesia reunida

A proclamar el evangelio,

A apreciar la presencia de Dios,

Y a vivir para la gloria de Dios.

3. Tensiones saludables

¿Reflejan nuestras reuniones a un Dios solo trascendente o a uno solo inmanente? ¿Hay un énfasis mayor sobre la mente o sobre el corazón? ¿Planificamos bien o improvisamos? ¿Ensayamos hasta que todo queda perfecto o dejamos que se dé naturalmente? ¿Se trata el servicio de nuestros miembros o de los que nos visitan?

Examinar estas tensiones a la luz de la Palabra de Dios puede revelar la necesidad de cambios en tu iglesia. En esta tercera parte, Kauflin nos ayuda a considerar puntos claves y diferentes perspectivas respecto al servicio de adoración. Recuerda que la verdad debe enseñarse y volverse a enseñar con paciencia y humildad. Tu iglesia no cambiará de la noche a la mañana.

4. Relaciones correctas

El líder de adoración tiene muchas responsabilidades, y la mayoría de ellas involucran relacionarse con otras personas. Tu iglesia, tu equipo y tu pastor no sólo necesitan ser dirigidos efectivamente, sino en amor. No solo se trata de amar el dirigir, sino de amar a los que diriges.

Es cierto que el ministerio de adoración puede ser pesado, pero la fidelidad sólo la podremos alcanzar al reconocer nuestra necesidad ante Dios, al resistir, al orar, al nutrirnos de la Palabra y mientras tengamos una visión clara de nuestro servicio. Así honra el líder de adoración a Dios en sus relaciones.

Iglesias que canten el evangelio

Nuestras iglesias necesitan este libro. Nuestros pastores lo necesitan y también nuestros miembros, pero sobre todo nuestros líderes de adoración. La adoración no es simplemente cantar y tocar. No es suficiente que nuestras iglesias tengan predicación centrada en el evangelio, también nuestra adoración debe serlo. Al igual que nuestra predicación, la adoración tiene que dirigirnos a Cristo; nos debe llevar a proclamarle, celebrarle y recordar lo que ha hecho en nuestras vidas.

La adoración es uno de los temas en los que la iglesia histórica más ha discutido y disentido. Sin embargo este libro, más allá de presentar la teología y práctica de la adoración según una denominación particular nos enseña que,

“Es el evangelio que nos pone juntos, no la música”. (p. 107)

Nuestras iglesias no necesitan mejor música, más ensayos, ni mejores voces. Necesitan cantar, escuchar y proclamar el evangelio en canción semana a semana.

 

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