¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Si hay algo que caracteriza a la mayoría de las mujeres es nuestra capacidad de llevar una idea a lugares inimaginables. Somos capaces de crear historias y conversaciones en nuestra mente y pensar y hasta preocuparnos por cosas que pudieran suceder en diferentes circunstancias. Nuestras mentes en sí mismas son un gran mundo —y si eres como yo, este mundo está populado por ideas falsas—. A veces vemos esto como algo insignificante, como algo que simplemente nos caracteriza, pero la Palabra de Dios tiene otra respuesta. En Filipenses 4:8 leemos:

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten”.

Aquello en lo que pensamos y meditamos es importante para Dios. Nuestros pensamientos deben honrar su nombre y traerle gloria en todo tiempo. Bien lo dijo A.W. Tozer: “Un ídolo de la mente es tan ofensivo para Dios como un ídolo de las manos”.

Este pasaje tan conocido de Filipenses 4:8 nos instruye de una manera clara sobre qué debe llenar nuestra mente, en qué debemos meditar. De todo lo que leemos en el pasaje, quisiera que nos concentráramos en el meditar en todo lo verdadero. Aquello que es verdadero es todo lo que se corresponde con la realidad; aquello que con certeza conocemos. Más importante, lo verdadero es aquello que se corresponde con la Palabra de Dios.

Pensando lo verdadero

Hay diferentes áreas en las que debemos procurar con intencionalidad el cumplir este mandato. Aquí cuatro de ellas que me gustaría compartir.

1) Sobre Su Palabra:

Cuando ponemos Su Palabra sobre todo lo que pensamos y sentimos, estamos pensando lo verdadero sobre ella. En nuestras vidas la Palabra debe ser el filtro por donde pasan nuestros pensamientos, sentimientos y emociones.

Por ejemplo: cuando vivimos en temor no estamos pensando en lo verdadero sobre su Palabra, que en distintas ocasiones nos llama a no temer y a confiar en nuestro buen Dios (Deuteronomio 1:21,  Josué 1:9, Salmo 49:16).

Cuando pensamos y sentimos que Dios se ha olvidado de nosotros en tiempos de tribulación, no estamos pensando en lo verdadero sobre su Palabra que nos dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo”, Isaías 43:2a.

Necesitamos aprender y ser intencionales en someter cada pensamiento y sentimiento a la verdad de Dios, y para poder hacer esto debemos conocer, aprender, meditar y aplicar su Palabra.

2) Sobre los demás

¡Qué difícil se nos hace esto! Con cuanta frecuencia nos convertimos en jueces, adivinos e intérpretes de los demás.

Pensar a la luz de Filipenses 4:8 implica pensar en lo verdadero acerca de los demás.

Cada vez que nuestras ideas o emociones, relacionadas a los otros, están basadas en informaciones que suponemos, no estamos pensando en lo verdadero. Por ejemplo:

– Cuando juzgamos las motivaciones de los demás. “Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el SEÑOR sondea los corazones”, Proverbios 21:2 .

– Cuando tratamos de leer entre líneas.

– Cuando creamos conversaciones y discusiones en nuestra mente sobre respuestas que entendemos que el otro nos dará en determinadas circunstancias.

– Cuando ponemos en duda lo que el otro nos dice, simplemente porque nos parece que no puede ser de esa manera. ”¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro? Para su propio amo está en pie o cae, y en pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie”, Romanos 14:4.

Nuestra mente es una maquinaria en constante producción de ideas y pensamientos que deben ser dominados por la Palabra y no ellos dominarnos a nosotras.

Piensa en los demás en base a la verdad y a la luz del amor, ” Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”, 1 Corintios 13:13.

3) Sobre el pasado

Todas nosotras tenemos cosas en nuestro pasado que quisiéramos hubiesen sido diferentes. Cosas dolorosas que nos sucedieron, heridas que otros nos causaron, pecados que hemos cometido. Pero cada una de estas cosas nuestro Dios de amor y gracia las conoce en detalle.

Muchas veces podemos vivimos atadas a esas situaciones de nuestro pasado, no permitiendo que nuestros corazones puedan ser sanados por Dios. En el libro “Ama a Dios con toda tu mente”, Elizabeth George llama a aquellos pensamientos que nos atan al pasado pensamientos “Si tan solo…”. “Si tan solo no hubiera hecho eso”. “Si tan solo no hubiera sucedido eso”. Ella nos dice:

“El contemplar el pasado puede producir remordimiento y pesar porque es imposible volver al pasado y cambiarlo. De modo que debemos preguntarnos: ¿Qué provecho tiene el traerlo a la mente una y otra vez?’[1]

Esto no quiere decir que no debemos recordar aquello que hemos aprendido de nuestros errores o las bondades y fidelidad de Dios en el pasado. Debemos recordar cómo Dios nos capacitó y nos fortaleció en nuestro momento de debilidad. La manera en la que debemos mirar a nuestro pasado es confiando en que Dios estuvo allí en medio de cada situación.

“Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos”,  Salmo 139:1-3.

4) Sobre el futuro

Cuánto puede tender nuestra mente a preocuparse por aquellas cosas que pudieran suceder. En ese momento no caemos en cuenta en que no estamos pensando en lo verdadero sobre el futuro, y estamos dudando de la fidelidad de Dios.

Necesitamos aprender a vivir confiadas en que nuestro futuro está en las mejores manos que pudieran estar, las manos de un Dios que es bueno en gran manera y que tiene un plan perfecto para nuestras vidas. ¡Nada hay que se escape de sus manos! ¡Nada sucederá que lo pueda sorprender!

En vez de preocuparnos por aquellas cosas que pudieran sucedernos, sigamos el mandato de su Palabra: ” Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús”, Filipenses 4:6-7.

Somete todo pensamiento

“No puedes evitar que un pájaro vuele sobre tu cabeza pero sí que haga un nido sobre ella”, dice la fraseNo podemos evitar que los pensamientos lleguen a nuestra cabeza, pero sí que hagan morada en ella. La lucha en nuestra mente es diaria y constante, y el llamado que nos hace la Palabra es a someter todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:5).

Procura que cada uno de tus pensamientos se correspondan con la verdad y puedan dar honra y gloria a aquel que conoce cada uno de ellos y a quien tendremos que rendir cuentas.

” Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda”, Salmo 139:1.

 


[1] George, Elizabeth. “Ama a Dios con toda tu mente”. p50.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando