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El apóstol Pablo encomendó a pastores y a todo aquel que estudia y enseña la palabra a que “manejen con precisión la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15). De seguro, el apóstol tan tuvo en cuenta nuestra inclinación a no ser precisos con la Palabra, la cual no tiene interpretación privada (2 P. 1:21), sino también que la falta de precisión resulta en prácticas esclavizantes que contagian a toda la congregación. El mismo Pablo sufrió esto en carne propia, porque aun siendo por muchos años un gran estudioso del texto divino, pensó que Dios estaba llamando al hombre a vivir por obras dela ley (Fil. 3:5-6, 9), y no entendía que  el mensaje central de éste texto es que “el justo vivirá por medio de la fe” (Hab. 2:4 & Rom. 1:17).

Una de los mayores obstáculos para manejar con precisión las Escrituras es que nuestros estudios inician tomando prestado de otros. Un ejemplo común es la exégesis mayormente basada en la etimología de las palabras. (Etimología es el estudio de la historia y el origen de las palabras). Como muestra un botón: ¿Qué significa la frase, “no amen al mundo ni las cosas del mundo” (1 Jn. 2:15)? Es evidente que el correcto entendimiento de la palabra “mundo” es clave para entender esta frase. La exégesis basada en la etimología de las palabras busca la palabra “mundo” en diversos léxicos, diccionarios y enciclopedias bíblicas, y forma así una interpretación del pasaje. Es posible que llegara a una conclusión como: “Dios nos pide separación de toda idea, concepto o cosa que sea popular en el mundo, sean estas pecaminosas o no”. Tal exégesis ha obviado completamente el contexto, que un poco más adelante desglosa diciendo que no amemos “la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida” (v.16). Ante esta realidad, el Dr. Gerhard Fredierich, en El Diccionario Teológico de la Pre-Historia del Nuevo Testamento, comenta, “comúnmente una palabra se distancia tan lejos de su sentido original, que la etimología es más un obstáculo que una ayuda a la interpretación”.

Otra manera cómo muchos tratan de resolver esta problemática es leyendo mucho, pensando que mucha lectura da mucho conocimiento, y mucho conocimiento dará mayor precisión. Pero esta es una idea errónea. Quizás esto le sucedió a Nicodemo, a quien Jesús le dijo, “tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas?” (Jn. 3:10). En realidad no existe una correlación entre leer mucho y llegar a comprender bien algo. Secundo al Dr. Piper en su libro “Hermanos No Somos Profesionales”, cuando dice: “no hay una correlación positiva entre la cantidad de páginas leídas y la calidad del entendimiento adquirido, sino que sucede justamente lo contrario y la comprensión disminuye”.

Entonces, lo que necesitamos es desacelerar. Desacelerar, entre otras cosas, es obligarnos a no tomar atajos. Uno de los atajos es empezar con la etimología; pero hay otros con resultados negativos similares, como el leer un comentario o el escuchar sermones de predicadores preferidos antes de haber estudiado a profundidad el pasaje y su contexto. Y cuando entendamos que el contexto siempre es la mejor fuente primaria y el mejor inicio de una buena exégesis, entonces desaceleraremos, porque el contexto es digno de un freno pronunciado. En mi experiencia, he encontrado que nada es mejor para desacelerar que el “Arcing”. El Arcing es un método de exégesis bíblica gráfica que te ayuda a discernir, mostrar y discutir el flujo de pensamiento en el texto bíblico. Promueve estudiar, analizar, meditar e interpretar el texto dentro del contexto, para que la interpretación esté subordinada al contexto del pasaje y no a ideas externas. Hoy tenemos disponible esta valiosa herramienta en español, y podemos aprender, disfrutar, compartir y enseñar el Arcing.

Al inicio de este artículo hay un ejemplo de un Arco de Romanos 12:1-2. Te animo: visita www.biblearc.com y dale un vistazo. Es mi oración que todos podamos complementar nuestros esfuerzos, y el resultado sea que todos podamos manejar con más precisión y fidelidad Su Palabra.

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