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1. Calvino mató a Servet.

Uno de los argumentos más usados contra el calvinismo es la idea de que Calvino mató al hereje Miguel Servet. No sé cuántas veces habré escuchado esta frase a lo largo de los últimos años. Además de ser una acusación falsa –puesto que la decisión fue de un Consejo, fruto de los tiempos, y no recayó sobre Calvino– tal aseveración simplemente no viene al caso. En cuanto al debate sobre el calvinismo, la pregunta no se trata de la persona de Calvino sino de la veracidad de su enseñanza teológica en sí. Esta forma de razonar es un ad hominem: una falacia argumentativa de acusar a la persona y no al argumento.

Te pongo un ejemplo. Digamos que hay un político corrupto que cree en la ley de la gravedad. ¿Deja de existir la gravedad por la mala conducta del político? ¡Por supuesto que no! De la misma forma, no se puede derribar los cinco puntos del calvinismo por el hecho de que Calvino haya estado de acuerdo en la muerte de una persona.

2. Es injusto.

Cuando era arminiano, no aceptaba la postura calvinista porque creía de todo corazón que era cien por cien injusta. ¿Cómo pudo Dios decidir escoger a unos cuantos y permitir que los demás pereciesen perpetuamente?

Tristemente, seguía pensando que el hombre tenía algún tipo de mérito delante de Dios. Creía que todos merecen ser salvos. Estaba bien pero bien equivocado. Cuando me topé con la verdad paulina de que el hombre es malo, rebelde y que odia a Dios, me di cuenta de que lo justo sería que todos pasemos a la condenación eterna. Lo justo sería que seamos todos destruidos. El hecho de que Dios decide rescatar a una multitud incontable de sus enemigos es un acto de pura gracia, bondad y misericordia. ¡Alabado sea su nombre!

3. Podemos apostatar.

¿Podemos perder la salvación? ¿Puede un creyente genuino apostatar definitivamente de la fe? Sin darse cuenta, la persona que contesta que sí a estas dos preguntas cree en la salvación por obras. Me explico: Si crees que la salvación se puede perder, ¿cómo se puede perder? Pues, mediante pecado, desobediencia y rebeldía, ¿cierto? En otras palabras, la salvación se puede perder por causa de nuestras malas obras. No obstante, si crees que la salvación se pierde por malas obras entonces, de forma análoga, crees que la salvación se mantiene o mediante buenas obras o mediante la ausencia de malas obras.

Tal creencia es una clara contradicción del evangelio apostólico de que somos salvos únicamente por la perfecta justicia del Hijo de Dios siendo imputada a nuestra cuenta (cp. Rom. 3:24; Heb. 9:15; Ef. 2:8-9). Vamos al cielo por lo que Jesús hizo; no por lo que hacemos nosotros.

4. El calvinismo te permite vivir en pecado.

Este cuarto argumento de que el calvinismo te permite vivir en pecado es otra acusación falsa. ¿Cuál es la meta de la predestinación según Efesios 1:4? Respuesta: que seamos santos y sin mancha. Dios santifica a sus elegidos. Efesios 2:8-9 nos habla de cómo nuestra salvación es por gracia, por medio de la fe, y de inmediato nos dice Efesios 2:10 que fuimos creados para buenas obras. Una vez que reconocemos que hemos sido salvados por la sola gracia del Padre, ¿cómo no obedecerle al Señor gozosa y libremente a lo largo del resto de nuestra estancia en esta tierra?

La motivación para la santidad cristiana no es el temor a la condenación eterna sino la alegría de un corazón agradecido a Dios. La doctrina de la gracia salvadora de Dios no promueve un estilo de vida pecaminoso. En palabras de J.I. Packer, “Quienes suponen que la doctrina de la gracia de Dios tiende a favorecer el relajamiento moral demuestran simplemente que, en el sentido más literal, no saben lo que están diciendo”.[1]

5. Es fatalismo.

Un quinto argumento contra el calvinismo es que es fatalista. Si Dios ya determinó todo de antemano, estamos en un mundo donde reina el fatalismo. Tal argumento es problemático por dos razones. La primera razón es que el fatalismo no cree en un Dios bueno, misericordioso, ni soberano que dirige todas las cosas providencialmente para la gloria de su nombre y el bien de su pueblo. El fatalismo es un sistema pagano que corona el azar en lugar de Dios. Por su parte, el calvinista cree que detrás de todo está el único Soberano.

La segunda razón es que se podría usar el mismo argumento contra los arminianos. Los arminianos creen que Dios ya sabe de antemano todo lo que ha de suceder (ver el punto 9 más abajo). Por lo tanto, todo ya está predeterminado. No hay ningún cambio futuro posible. Dios ya sabe quién le va a obedecer y quién no. Por lo consiguiente cuando el arminianismo acusa a los calvinistas de ser fatalistas, en realidad se está disparando en el pie. Tanto los calvinistas como los arminianos creen que el futuro ya está escrito.

6. ¿Por qué predicar? ¿Evangelizar?

Un sexto argumento contra el calvinismo es que si su teología fuese correcta, no haría falta ni predicar ni evangelizar. Y bien es cierto que existen hiper-calvinistas que llegan a enseñar precisamente esto. Razonan que no hay que predicar a nadie que no sea uno de los elegidos. No obstante, el predicador calvinista más famoso de Inglaterra, Charles Spurgeon, denunció a los hiper-calvinistas en el nombre de la invitación universal del Evangelio.[2]Spurgeon predicó que el Dios que establece los fines (por ejemplo, la salvación del impío) también establece los medios para que dicho fin se lleve a cabo, la predicación del evangelio por parte de la Iglesia. O como lo decía el evangelista George Whitefield en su famosa carta al príncipe de los arminianos John Wesley a finales del 1740, “¿No ha sido Dios, quien ha elegido la salvación para cierto número, el mismo que ha determinado que sea la predicación de la Palabra el medio por el cual los traerá a sí?”

El calvinista bíblico cree en la necesidad de la predicación bíblica y evangelismo bíblico. Tanto los pecadores como los creyentes necesitan oír el evangelio. Habría que recalcar que la historia está repleta de misioneros calvinistas. De hecho, el conocido fundador de las misiones modernas –William Carey– era calvinista.

7.- Es agustinianismo.

Un argumento mejor razonado es la acusación de que el calvinismo es una doctrina de Agustín. En cierto sentido, esta acusación es cierta. No hay duda de que Agustín, tal vez el teólogo cristiano más importante de todos los tiempos, creía en la predestinación. Sin embargo, se olvidan de que lo creía porque encontró esta doctrina en las Escrituras.

En realidad, la doctrina de la elección no empieza con los escritos de Calvino ni de Agustín. Está claramente articulada en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Pero aún antes de que fuesen escritos los dos tomos de la Biblia, Dios ya había planificado todo desde antes de la creación de Adán y Eva, del huerto del Edén y del mismísimo universo. La doctrina de la elección empezó en la eternidad pasada antes de la fundación del mundo. Agustín hizo bien en proclamarla. ¡Calvino también!

8. Soy libre.

Otro argumento contra el calvinismo es el siguiente: “Soy libre. Hago lo que quiero. Por ende, el calvinismo es falso”. Sí, es cierto, siempre haces lo que quieres. No lo niego. Pero esto no significa que eres libre. Como diría Lutero: eres un esclavo de ti mismo, de tu propia voluntad. La salvación se trata de librarte de ti mismo y de tu voluntad caída y pecadora para que vivas para la gloria de Dios. Ésta es la verdadera libertad. Sólo el Espíritu de Dios puede transformar la voluntad depravada del impío. Como lo decía Agustín, “Dios dispone y convierte las voluntades humanas”. Y según Martyn Lloyd-Jones, “Sólo Dios el Espíritu Santo puede abrir el corazón”.[3]

Ninguno de los grandes exponentes del arminianismo ha creído que la voluntad del impío sea libre. Tanto los arminianos como los calvinistas están de acuerdo en que el pecador no se encuentra libre. Fueron los herejes pelagianos los que negaron semejante doctrina. En este punto, pues, todos están de acuerdo. En realidad este octavo argumento no es una crítica contra el sistema calvinista en sí, sino más bien un argumento contra la teología cristiana.

9. Dios salva en base a su presciencia.

Los arminianos creen que Dios salva en base a su presciencia (1 Pedro 1:2). La idea es que Dios sabe de antemano quiénes van a escogerle a Él y por tanto Él los escoge a ellos. No obstante, tendríamos que preguntarnos si alguien podría escoger a Dios sin que Dios mismo les llevara a la fe. ¿Puede el hombre convertirse por sus propias fuerzas sin la intervención de Dios? ¿Acaso no se trata de una enseñanza pelagiana?

A nivel exegético, el argumento arminiano a partir de la presciencia no está del todo bien fundamentado. Es innegable que Dios sabe quiénes van a escogerle porque, como explica el arminianismo, está declarado así en 1 Pedro 1:2. Pero la plena explicación de la presciencia divina se encuentra en Hechos 2:23 (el único otro sitio en el Nuevo Testamento donde se emplea el sustantivo presciencia en el griego). Allí dice Pedro que, “Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, y ustedes Lo clavaron en una cruz por manos de impíos y Lo mataron”. La pregunta sería, ¿cómo sabía Dios que los impíos iban a crucificar al Hijo de Dios? La respuesta, según el versículo, reside en su plan determinado. Dios estipuló que su Hijo fuese entregado y por lo tanto lo sabía de antemano. En otras palabras, Dios sabe las cosas de antemano porque Él decreta que sean así. De la misma manera, Dios sabe quiénes van a convertirse a Él porque es Dios quien determina que suceda así. No es al revés.

10. ¿No quiere Dios que todos se salven?

El último argumento arminiano, y en mi humilde opinión el mejor de todos, es la pregunta sobre los textos universalistas de la Biblia. Con universalista no me refiero a la doctrina de que todos serán salvos (cosa que ningún arminiano cree) sino más bien a la convicción de que Dios quiere que todos los seres humanos sean salvos.

Hay varios textos que apuntan en esta dirección (Ezequiel 18:32; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9), y no podemos simplemente explicarlos de plano. Pero si Dios de verdad quisiese que todos fuesen salvos en el sentido estricto de la palabra, todos serían salvos sí o sí. ¿Cómo explicar semejante paradoja? La teología reformada distingue entre la voluntad revelada de Dios (esto es, la que da a conocer en su Palabra) y su voluntad secreta (la cual nadie conoce).

Cito a Arthur Pink, “Toma estos dos pasajes: ‘Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación’ (1 Tesalonicenses 4:3); ‘Porque ¿quién ha resistido a su voluntad’ (Romanos 9:19). ¿Podría cualquier lector consciente declarar que la ‘voluntad’ de Dios tiene precisamente el mismo significado en los dos pasajes? Esperamos que no. El primer pasaje se refiere a la voluntad de Dios revelada, el segundo a su voluntad secreta. El primer pasaje tiene que ver con nuestro deber, el segundo declara que la voluntad secreta de Dios es inmutable y tiene que suceder no importa la insubordinación de la criatura. La voluntad de Dios revelada nunca es hecha perfecta ni completamente por ninguno de nosotros, pero su voluntad secreta nunca falla en cumplirse aun en la cosa más mínima. Su voluntad secreta tendrá que ver mayormente con eventos futuros; su voluntad revelada, con nuestro deber presente: uno tiene que ver con su propósito irresistible, el otro con su placer manifestado”.[4]

Esta distinción trazada por Pink es clave a la hora de interpretar los pasajes mencionados. Ezequiel 18:32, 1 Timoteo 2:4 y 2 Pedro 3:9 revelan algo de la disposición del corazón de Dios. Es un Dios bondadoso, generoso y amoroso que envía la lluvia sobre los justos e injustos. No obstante, detrás de su voluntad revelada está su voluntad secreta la cual ordena todas las cosas. El Señor desea que su evangelio sea predicado a todos para que crean todos “los que estaban ordenados para vida eterna”. Como lo explica Wayne Grudem, “Los versículos simplemente nos dicen que Dios invita y ordena a toda persona que se arrepienta y acuda a Cristo en busca de salvación, pero no nos dicen nada respecto a los decretos secretos de Dios respecto a quienes serán salvos”.[5]

Conclusión

Entre los diez mejores argumentos contra el calvinismo, algunos son manifiestamente mejor planteados y razonados que otros. Sin embargo, en cada caso, el sistema calvinista es capaz de ofrecer respuestas igualmente bien plantadas y razonadas.


[1] PACKER, J.I., El conocimiento del Dios santo (Vida: Miami, 2006), p.178.

[2] Puedes leer más sobre la controversia entre Spurgeon y los hiper-calvinistas en el libro Spurgeon y sus controversias (Estandarte de la verdad: Edimburgo, 2012), escrito por el historiador evangélico Iain Murray.

[3] LLOYD-JONES, Martyn, Autoridad (Peregrino: Ciudad Real, 2006), p. 85.

[5] GRUDEM, Wayne, Doctrina bíblica (Vida: Miami, 2005), p. 290.

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