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¿Es licito adorar a Dios en cualquier forma que uno quiera? Según nuestra cultura postmoderna, sí. Como todo es relativo, cada cual puede decidir su propia verdad, porque la realidad está construida por mi interpretación de lo que estoy viviendo.

Sin embargo, en la Biblia vemos algo muy diferente. El Señor nos demostró en formas muy especificas cómo Él quería ser adorado. Un ejemplo vemos en las instrucciones que Él dio para formar el arca: el material, el tamaño, su recubrimiento, las figuras (¡hasta las posiciones de sus alas!), el área donde iba a ser colocada, y en qué forma ¡y aun quién podía transportarlo!  

¿Crees que Dios estaba hablando en serio? Levítico 10:1-2 “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que Él no les había ordenado. Y de la presencia del Señor salió fuego que los consumió, y murieron delante del Señor”. Ellos estaban consagrados al Señor, teniendo el permiso para ofrecer el incienso. Estaban adorando al Dios verdadero, no a un dios falso. Pero adoraban a Dios en una forma que Él no mandó. Dios espera que nosotros nos acerquemos dentro de los límites que Él mismo ha establecido.

También 2 Samuel 6 también nos muestra cómo, bajo el liderazgo de David, el pueblo de Dios estaba trayendo el arca de Quiriat-jearim en bueyes (no en la forma instruida por Dios). Para prevenir que se volcara, Uza —con buenas intenciones— la sostuvo, y  fue consumido por El Señor.

La misericordia en el arca

Uno podía preguntar, ¿por qué es Dios tan quisquilloso? Para contestar esto tenemos que preguntarnos ¿qué representaba el arca? La respuesta es que el arca era una representación de la presencia misma de Dios, y Éxodo 33:20 nos recuerda que no podemos ver Su rostro y vivir.

Éxodo 25:17-22 nos habla de que en al arca habría un propiciatorio cubierto en oro. En el tiempo del templo, el arca estaba en el santísimo y el sumo sacerdote entraba solamente en el día de Yom Kippur, el día de expiación, para rociar la sangre del novillo sacrificado sobre el área de la propiciación para el perdón de sus propios pecados y los pecados del pueblo. Nosotros sabemos que esto era una representación del Mesías que había de venir. Este propiciatorio representa a nuestro salvador Jesucristo. Él nos ha limpiado, pagando el precio para nuestros pecados. Nuestro trabajo es traer a las personas a Jesús, para que Él pueda perdonar sus pecados.

¿Qué estaba guardando el arca? El maná, las dos tablas con los diez mandamientos y el bastón de Aarón. Estos elementos también significan algo para nosotros. El maná es nuestro sustento y se encuentra en el arco para recordarnos que Dios es quien lo provee. Los diez mandamientos significaban la ley del Señor, que sabemos que es dulce como la miel (Sal. 119:105). Por su parte, el bastón simbolizaba la autoridad. Los pastores en esta tiempo lo usaba para atender sus ovejas, y el Salmo 23:1 nos asegura que “El Señor es mi pastor,
nada me faltará”. Este bastón también tiene su historia, pues es el que vemos en Éxodo 7 que Aarón arroja y se convierte en serpiente, (serpiente que luego traga las serpientes de los hechiceros de Faraón, demostrando el poder de nuestro Dios por encima de los dioses del mundo).

Caminos más altos

¿Por qué es Dios tan quisquilloso?  Porque Sus caminos  y pensamientos son más altos que los nuestros (Is. 55:8-9). Él merece ser adorado con todo nuestro ser, incluyendo todo nuestro corazón, mente y espíritu, (Mt. 22:37) pero somos incapaces. Los límites y el increíble cuidado que fueron evidenciados en el Antiguo Testamento nos sirvieron para mostrarnos nuestra incapacidad de cumplir con Su santidad y llevarnos a Cristo. Entonces, la única forma en que nosotros podemos acercarnos a Él es a través de Jesucristo. “Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (He. 4:16). 

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