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Como pastor de jóvenes y como padre, una pregunta tiende a dominar mis pensamientos: ¿estoy fomento una fe sostenida en Cristo en los jóvenes que dirijo y en mis hijos? Tengo una temporada limitada de influencia dentro de estas relaciones, y quiero hacer todo lo que esté a mi alcance para cultivar fe cristiana que perdure en el tiempo.

En la Conferencia Rooted 2013, Jared Wilson abrió con una pregunta penetrante: ¿están mis hijos preparados para el sufrimiento? Jesús nos garantiza que todos los cristianos tendremos tribulación (Juan 16:33). En consecuencia, un aspecto crítico del discipulado de jóvenes implica anticiparse a la tragedia que espera a nuestros hijos y la formación de nuestros jóvenes de manera tal que puedan caminar a través del sufrimiento, mientras confían en Dios y su bondad.

La peor pesadilla

Mi inquietud teórica sobre la preparación de los jóvenes para el sufrimiento se convirtió en mucho más personal cerca del final del 2013. A menudo me preocupaba de si estaba preparado para sufrir. Como un hombre americano de una familia de clase alta, mi vida había sido relativamente fácil, y yo temía que un día algo terrible que rompería mi fe iba a suceder.

¿Qué pasaría si yo, una persona que había liderado a cientos de jóvenes durante 10 años, me alejaba de Cristo? ¿Qué sería lo suficientemente malo como para demoler mi fe?

Mi imaginación me llevaba a lugares de absoluta ruina mientras consideraba las peores cosas que jamás podrían sucederme. El viaje siempre se daba cita en el mismo lugar: la posible muerte de mi hijo.

En noviembre del 2013, mi peor pesadilla se hizo realidad. Mi esposa encontró a mi hijo de 3 años de edad muerto en su cama una mañana. Él se fue a dormir y nunca despertó. Su muerte fue clasificada como “Muerte súbita inexplicada en la infancia”, que es un término médico para decir “no tenemos absolutamente ni idea de cómo este niño perfectamente en salud murió repentinamente en su sueño”.

Mientras esperaba que tal evento aniquilaría mi fe en Cristo, ha pasado lo contrario, ya que el Señor ha sostenido mi alma en los meses intensamente oscuros de dolor que han seguido a la muerte de mi hijo. La verdad de Dios, que fluye desde las Escrituras, me ha tranquilizado en su bondad. Su Espíritu me ha sostenido por su gracia. Generalmente estoy triste, pero a menudo esperanzado, una persona gozosa que ama a Jesús.

Esto me ha llamado a pensar

Mi inquietud de cómo preparar a los jóvenes para el sufrimiento se ha convertido tanto en teórica como experiencial. Durante una década he estudiado, por causa de mis jóvenes, lo que la Escritura dice acerca de cómo sobrevivir el sufrimiento. Durante el último año, he analizado cómo el Señor me ha preparado para sobrevivir y prosperar mientras vivía en la tristeza insoportable de la muerte de mi hijo. Pero lo que los jóvenes más necesitan es algo que a menudo es poco valorado en el ministerio juvenil.

Cabe decir que enseñar doctrina no es el último capricho de moda en el pastorado juvenil. Hace poco leí un artículo de un líder juvenil que minimizó la importancia de la formación de los jóvenes con la doctrina, al enfatizar más la experiencia que el conocimiento. Estudios recientes apuntan a una alarmante falta de conocimiento doctrinal básico en el ministerio juvenil.

En su Proyecto de Transición de la universidad, un equipo de investigación del Instituto de la Juventud Fuller, liderado por Kara Powell y Chap Clark encontró que el 35 por ciento de los jóvenes no mencionó a Jesús en su definición del evangelio. El Estudio Nacional de adolescentes sobre Cristología de Jen Baradbury, publicado en su libro más reciente,  La brecha de Jesús, descubrió que solo el 44 por ciento de los estudiantes encuestados cree que Jesús es Dios. En ese mismo estudio, solo el 9 por ciento de los participantes obtuvo una puntuación perfecta en un cuestionario de siete preguntas básicas acerca de Jesús, sobre su divinidad, humanidad, su impecabilidad, la resurrección, y así sucesivamente.

Enseñar doctrina bíblica a los jóvenes puede parecer académico. Algunos pastores de jóvenes (como yo) se ven tentados a validar su ministerio entrenando jóvenes que puedan dar las respuestas correctas, independientemente de que en realidad estén arrepentidos y confiando en Jesús.

Pero como alguien que sigue caminando por aguas oscuras y confusas que se sienten como el infierno en la tierra, Dios sigue renovando mi esperanza a través de su verdad. Como Jeremías dijo mientras recordaba los horrores y atrocidades de la captura de Jerusalén por los Babilonios:

“Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad”, Lamentaciones 3: 21-23.

‪Una y otra vez, Dios ha hablado su verdad a mí a través de su Palabra de tal manera que se ha renovado mi confianza en Jesús y me ha dado la esperanza de seguir adelante.

Qué ayuda a la mayoría

Lo que puedo decir desde la fosa de sombra de muerte es que más a menudo las verdades menos populares y repulsivas de la Escritura han sido de las que más me han preservado.

En una sociedad individualista, lo último que piensas que los jóvenes quieren oír es que Dios nos ha creado para su gloria; nuestra felicidad y comodidad están subordinadas a aquello que más magnifique a Cristo y su reino. En realidad, el saber que la muerte de mi hijo y mi temporada de sufrimiento tienen implicaciones más profundas relacionadas con la redención del mundo por parte de Dios me ha dado una razón para salir de la cama, cuando levantarme por la mañana es la última cosa que quiero hacer.

A nadie le gusta hablar del precio del pecado aparte de la misericordia de Dios. Enseñar sobre la ira de Dios hacia los pecadores no es exactamente algodón de azúcar. Sin embargo, recordar la ira y el juicio, lo que me merezco y de lo que Jesús me ha rescatado, me ha protegido de la amargura y el sentirme con derechos en el camino.

Proclamar la soberanía de Dios en todas las circunstancias tiende a provocar preguntas difíciles por parte de los jóvenes. Saber que la muerte de mi hijo no fue una sorpresa al azar y accidental para Dios me asegura que el Señor sigue plenamente en control de mi redención y sanación en mi dolor.

Mejor manera de enseñar

En mi experiencia en el ministerio de jóvenes, he encontrado que la mejor manera de hacer frente a las verdades duras es simplemente enseñar exegéticamente a través de libros enteros de la Biblia. Si pudiéramos elegir, a la mayoría de nosotros nos gustaría rebotar de Romanos 8 a Juan 10 y otra vez a Gálatas 2 y Apocalipsis 2. Sería tentador dejar fuera Romanos 9, 2 Tesalonicenses 2, y Lucas 16. Pero esquivar los textos difíciles nos priva de la oportunidad de preparar a los jóvenes para el sufrimiento que sin duda les espera.

Que Dios nos ayude a enseñar la Escritura completa y precisa con la esperanza de que las semillas de verdad plantadas puedan convertirse en bases de esperanza y seguridad cuando llegue el día del sufrimiento.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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