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Un cuerpo quebrantado. Una hermana rebelde. Un hermano inconverso. Una enfermedad que ha cambiado para siempre mi familia. Dificultades diarias de la naturaleza pecaminosa.

‪A veces la lista de mis pruebas y sufrimientos amenazan con ensombrecer mi mirada al Padre; el dolor de vivir en un mundo caído que se teje en mi corazón intenta robar mi afecto por mi Salvador.

‪”¿Hasta cuándo Señor?”, mi alma cansada grita, haciéndose eco de las palabras del Salmo 13.

‪¿Cuánto tiempo durará mi corazón sintiéndose como si estuviera siendo arrancado de mi cuerpo, pisoteado, y luego colocado de nuevo? ¿Cuánto tiempo tendré que luchar diariamente para ver el rostro del Señor? ¿Cuánto tiempo para que estos dolores sean redimidos?

‪¿Cuánto tiempo oh Señor?

‪Juan Calvino describe los Salmos como “una anatomía de todas las partes del alma”. Estoy muy agradecida de que el Señor provee para sus hijos con la crudeza que se encuentra en los Salmos. Repetidamente los salmistas clamaban con tal honestidad. Escuche atentamente. Usted puede escuchar la angustia en los siguientes versos:

‪”Oh Dios, no estés lejos de mí; Dios mío, apresúrate a socorrerme”, Salmo 71:12.

‪”Señor, todo mi anhelo está delante de Ti, Y mi suspiro no Te es oculto. Palpita mi corazón, mis fuerzas me abandonan, Y aun la luz de mis ojos se ha ido de mí”, Salmo 38: 9-10.

Desde los confines de la tierra Te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo”, Salmo 61: 2.

“Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta; Mis ojos desfallecen  mientras espero a mi Dios”, Salmo 69: 3.

“Mi voz se eleva a Dios, y a El clamaré; Mi voz se eleva a Dios, y El me oirá. En el día de mi angustia busqué al Señor; En la noche mi mano se extendía sin cansarse; Mi alma rehusaba ser consolada”, Salmo 77: 1-2.

‪Recientemente, como enumeré mis problemas e hice la pregunta “¿Hasta cuándo Señor?”, me enfrenté a una decisión. ¿Escucharé mi corazón, mis emociones y mi dolor? ¿O voy a optar por aguantar y confiar en la definitiva fidelidad, bondad y soberanía de Dios? La elección se encuentra en los versículos finales del Salmo 13.

“Pero yo en Tu misericordia he confiado; Mi corazón se regocijará en Tu salvación. Cantaré al SEÑOR, Porque me ha llenado de bienes”, Salmo 13:5-6.

‪A pesar de que nuestras preguntas pueden ser llevadas ante nuestro amoroso Padre, en última instancia deben ser resueltas en confiar en su carácter. Spurgeon lo expresó hermosamente: “Cuando no  puedes rastrear su mano, siempre puedes confiar en su corazón”.

‪Los anhelos de nuestros corazones son muchos, grandes y pequeños, desde la comodidad personal hasta el avance del evangelio. Pero este mundo no es nuestra casa definitiva (1 Pedro 2:11). Deseos y anhelos insatisfechos no deben sorprender al creyente. En cambio, deben recordarnos que el cielo es nuestra casa definitiva.

‪En lugar de centrarnos en nuestras propias pruebas, podemos pedir que nuestros anhelos sean transformados:

  • ‪Que nuestro deseo sea intimidad más profunda con nuestro Salvador.
  • Que nuestro deseo sea crecer en la semejanza de Cristo.
  • Que nuestro anhelo sea ver a otros suplir sus necesidades en Él.
  • Que nuestro anhelo sea conocer a Cristo y darlo a conocer.
  • ‪Que nuestro anhelo sea traer gloria a su nombre.
  • Que nuestro deseo sea para Él.

‪Pregúntale al Señor, “¿Hasta cuándo?”, pero entonces permítele hacer esperar a tu corazón por algo más grande que las respuestas a nuestras preguntas.


Publicado originalmente el 3 de octubre del 2014 para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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