“Así como en todo el mundo está dando fruto constantemente y creciendo, así lo ha estado haciendo también en ustedes, desde el día que oyeron y comprendieron la gracia de Dios en verdad”, Colosenses 1:6.
Podemos estar seguros de que la misión de Dios de restauración y reconciliación avanza poderosamente en todo lugar.
Esto viene como resultado de la predicación del evangelio y tiene implicaciones globales. En el pasaje podemos ver como el apóstol Pablo hace referencia a esto y en todo lugar donde la semilla del evangelio se había plantado. Esta es una evidencia de cómo el Señor está llevando a cabo Su obra y siendo fiel a Su Palabra aún mientras dormimos. (Lutero dijo: “Prediqué Su Palabra y me fui a dormir; y mientras dormía Dios honraba Su Palabra”). Esto es algo que debe traer gran gozo a nuestra vida al darnos un pequeño vistazo de la bella “Ciudad de Dios” emergiendo de las ruinas de la “Ciudad del Hombre”.
Sin embargo el pasaje tiene además del aspecto global, un aspecto e implicaciones personales.
El versículo habla del fruto constante y la madurez que vienen de oír y comprender el evangelio de la gracia de Dios. Hay también un sentido de la necesidad de día a día profundizar en estas verdades e implicaciones funcionales independientemente de nuestro contexto, tiempo y cultura.
Pero todavía más, una obra profunda y transformadora viene a nivel personal, y que podemos ver en los versículos anteriores que hablan de un sentido de esperanza (vs. 6) al escuchar el mensaje de verdad. Esta esperanza que viene de entender el evangelio produce estos dos frutos, fe en el Señor Jesucristo y amor por los hermanos.
Es precisamente un creciente sentido de cercanía y convicción de la obra de Cristo en nuestro favor, así como también un creciente sentido de familia en nuestras relaciones en la comunidad de fe, que son evidencias y resultados de la obra del evangelio en nuestra vida.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.
