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Nota del editor: 

Aunque desde Coalición por el Evangelio no acostumbramos el nombrar a falsos maestros, las palabras de Jesús en el Sermón del Monte son tan relevantes hoy como lo fueron en el Siglo I: “Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán” (Mt. 7:15-16). Cada lunes estaremos publicando una entrada de esta serie hasta terminar con una entrada escrita originalmente para nuestros contextos, con el propósito de ayudar a la iglesia a entender mejor las enseñanzas que son contrarias a la sana doctrina. Esta es la 8a. entrada de la serie Falsos Maestros.

Otras entradas de la serie Falsos Maestros: Arrio, Pelagio, Mahoma, Joseph Smith, Elena de White, Charles Taze Russell, Norman Vincent Peale.

Harry Emerson Fosdick

Harry Emerson Fosdick nació en Buffalo, Nueva York, el 24 de mayo de 1878. Siendo aún un niño afirmó haber nacido de nuevo, pero incluso cuando era adolescente se rebeló contra el movimiento los “nacidos de nuevo”, conocido como el fundamentalismo. Él desarrolló un temprano interés en teología y optó por continuar su formación ministerial en la universidad Colgate Divinity, donde fue influenciado por William Newton Clarke, uno de los primeros defensores del evangelio social. Al graduarse de Colgate continuó sus estudios en el Union Theological Seminary. En 1904 aceptó su primer cargo de pastorado en la Primera Iglesia Bautista en Montclair, Nueva Jersey, y cuatro años más tarde también aceptó un puesto de profesor en el Union Theological Seminary, donde enseñó hasta 1946. Fosdick demostró ser un hábil comunicador y un orador convincente, y no pasaría mucho tiempo antes de que llegara a conocerse como el ministro más importante de América.

En 1919 se le pidió a Fosdick que asumiera el rol de pastor asociado de la Primera Iglesia Presbiteriana en la ciudad de Nueva York, aunque se le permitió conservar sus convicciones bautistas. Rápidamente se ganó la reputación de ser una voz cristiana destacada, y poco después, miles ya asistían a la iglesia para escuchar sus sermones. Fue el 21 de mayo de 1922 que predicó el sermón que llegó a definirlo: “¿Ganarán los fundamentalistas?”. En este sermón, proclamó que había una gran batalla en la iglesia entre los fundamentalistas y los modernistas o liberales, y que él iba a permanecer firmemente en el lado de los liberales. Debido a su deseo de modernizar la fe cristiana, rechazó completamente la creencia en una serie de doctrinas cristianas tradicionales, incluyendo el nacimiento virginal de Cristo, la infalibilidad de las Escrituras, y el regreso literal de Jesucristo. Criticó a los fundamentalistas como intolerantes por exigir la conformidad a las doctrinas que la ciencia, la razón y el mundo moderno ya no podía sostener. John D. Rockefeller disfrutó este sermón tanto que imprimió 130.000 copias y las envió por correo a cada pastor protestante de la nación.

“¿Ganarán los fundamentalistas?” desencadenó lo que pronto se llamó la controversia Modernista–Fundamentalista. Tenemos que tener claro que no podemos importar a esta batalla un entendimiento de fundamentalismo del siglo XXI. Cuando Fosdick luchó en contra de los fundamentalistas de su época, se enfrentó nada más y nada menos que con el cristianismo tradicional y conservador (contra los maestros que enseñaban la sana doctrina). Los fundamentalistas eran aquellos que insistieron en los principios claves del cristianismo histórico y ortodoxo, lo que ellos definen como las doctrinas fundamentales de la fe.

Fosdick no era el único teólogo liberal de su época, pero fue el más aclamado. Mientras que muchos otros estaban haciendo crecer el liberalismo teológico en los seminarios y en los pasillos de la academia, Fosdick estaba en las ondas de radio y en las librerías, llevando su mensaje a la gente común. Su voz se extendió a través de su programa de radio “La Hora de la Víspera Nacional”, que fue transmitido en el Norte y en el Este de los Estados Unidos, y a través de muchos libros que se vendían por millones. En dos ocasiones distintas estuvo en la portada de la revista TIME.

A mediados de los años 1920, Fosdick se había establecido como la voz líder del liberalismo del siglo XX. Su apoyo al liberalismo lo puso en desacuerdo con muchas de las voces conservadoras en el presbiterianismo, y esto lo llevó a dejar la Primera Iglesia Presbiteriana en 1925 e ir a la Iglesia Bautista Park Avenue.

A principios de 1920, J. Gresham Machen emergió como uno de los opositores más destacados del liberalismo. Su libro Cristianismo y Liberalismo (1923) fue una respuesta bíblica y fuerte, que estableció comparaciones entre la teología bíblica y liberal, y demostró que los dos estaban en clara oposición. Con toda razón pregunta: “La cuestión no es si el Sr. Fosdick está ganando hombres o no, sino, si la cosa a la que los está ganando es al cristianismo”. Otros se unieron a la batalla también. Fosdick se mantuvo firme frente a este tipo de ataques, declarando: “Ellos me llaman hereje. Bueno, ‘Yo soy un hereje si la ortodoxia convencional es la norma. Debería estar avergonzado de vivir en esta generación y no ser un hereje”.

En 1929, Princeton, una vez un bastión de enseñanza y pensamiento reformado, se reorganizó bajo influencias modernistas. Casi de inmediato cuatro profesores de Princeton que sostenían la fe reformada (Robert Dick Wilson, J. Gresham Machen, Oswald T. Allisy y Cornelius Van Til) se retiraron de Princeton y establecieron  en Filadelfia el Seminario Teológico de Westminster con el fin de apoyar la fe que Princeton había defendido. Si la controversia Modernista y Fundamentalista se inició con el sermón de Fosdick en 1922, fue efectivamente terminada entre las iglesias conservadoras en 1929 con la partida de esos profesores.

El dinero de Rockefeller pronto construyó un nuevo edificio en Hudson, y en 1930 Fosdick fue instalado como pastor en la Iglesia Riverside. Él pastoreó esta congregación durante dieciséis año y, después de su retiro, asistió a la misma durante otros veintiocho años. Esta iglesia se convirtió en su laboratorio para el liberalismo y fue allí donde practicaba al máximo sus valores liberales. (Para ser justos, y para dar crédito a quien crédito merece, él era un firme defensor de la reconciliación racial y fue tal vez el más notable predicador en invitar predicadores afroamericanos a su púlpito).

Fosdick murió en la ciudad de Nueva York el 5 de octubre de 1969, dos semanas después de ser hospitalizado por un ataque del corazón. Tenía 91 años de edad.

Su falsa enseñanza

Harry Emerson Fosdick no era un pensador original tanto como un divulgador, tomando las teorías del liberalismo de los seminarios y llevándolas a la gente común. Él quería modernizar la fe por medio de hacerla atractiva y compatible con los tiempos modernos y la sensibilidad moderna. En el fondo, el liberalismo cuestiona la naturaleza de la Biblia y niega su inerrancia, infalibilidad y autoridad. El liberalismo niega que la Biblia es la Palabra de Dios y, por el contrario, insiste en que la Biblia contiene la Palabra de Dios. Una vez que se ha negado la autoridad de la Escritura, una serie de doctrinas caerán con ella.

Fosdick cuestionó las creencias esenciales necesarias para ser un cristiano y comenzó a desafiar creencias cristianas ortodoxas, mantenidas por mucho tiempo, tales como el nacimiento virginal de Cristo y su regreso. Robert F. Miller, uno de los biógrafos de Fosdick, escribió: “Fosdick no podía creer que Jesús había nacido de una virgen. No ridiculizaba a los que lo creían, pero insistía en que tal creencia no era esencial para la aceptación de la fe cristiana… Fosdick dudaba que Jesús había alguna vez pensado de sí mismo como el Mesías; tal vez lo hizo, pero es más probablemente que los discípulos de Jesús pudieron haber inventando este pensamiento”. También negó la ira de Dios, diciendo que la ira era simplemente una metáfora de las consecuencias naturales de hacer el mal. Con la ira fuera del camino, era inevitable que la expiación substitutoria de Jesucristo también se negara. En poco tiempo el cristianismo de Fosdick no se parecía en nada al cristianismo histórico.

En otro sermón, “La Iglesia debe ir más allá de la modernidad”, Fosdick habló de su metodología en la modernización de la fe cristiana, diciendo: “Ya hemos ganado gran parte de las batallas que empezamos a salir a ganar; hemos ajustado la fe cristiana a la mejor inteligencia de nuestro día y hemos ganado las mentes más fuertes y las mejores capacidades de las iglesias a nuestro lado. El fundamentalismo todavía está con nosotros, pero mayormente en lugares atrasados. El futuro de las iglesias, si acaso existe, está en manos del modernismo”. Por supuesto, era demasiado optimista y demasiado cegado por su propio éxito. El liberalismo planteó un gran desafío a la fe, pero, como todos los otros rivales, se elevaría y luego decaería.

Seguidores y adherentes modernos

Si Fosdick fue el hombre que popularizó y legitimó el liberalismo, se puede decir con toda razón que los liberales posteriores, y especialmente los que obraban a nivel popular, siguieron sus pasos. Hombres como Norman Vincent Peale, Robert Schuller y John Shelby Spong se encuentran entre ellos. Martin Luther King Jr., un teólogo liberal, consideró a Fosdick como el más grande predicador del siglo y en 1958 inscribió una copia de Camina Hacia la Libertad (Stride Toward Freedom) para Fosdick con estas palabras: “Si se me pidiese que seleccionase los principales profetas de nuestra generación, yo lo elegiría a usted para encabezar la lista”.

Pero la influencia de Fosdick se extiende más allá de eso. Aunque la controversia modernista y fundamentalista comenzó en el presbiterianismo, pronto se extendió a otras denominaciones protestantes, llevando eventualmente a la división que tenemos en  la actualidad entre “protestantes” y “evangélicos”. Alrededor de la mitad de los protestantes de hoy se consideran a sí mismos liberales, y ellos también, sépanlo o no, han sido influenciados por Fosdick.

¿Qué dice la Biblia al respecto?

La enseñanza de Fosdick es falsa en muchas áreas, pero el centro de toda ella era negar la inerrancia, infalibilidad y autoridad de la Biblia. Elevó la razón humana por encima de las claras palabras de la Escritura; hizo a la razón la jueza de la verdad. Todas las otras doctrinas que también negó dependían de su menosprecio a la Biblia. Los cristianos han insistido por mucho tiempo, así como los fundamentalistas lo hicieron en su día, que la Palabra de Dios, no la ciencia ni la razón humana, es la medida del verdadero conocimiento. Proverbios 3:5-7 dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal”. Nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea es errónea; debemos depender de Dios para revelación del verdadero conocimiento.

En su segunda carta a Timoteo, Pablo advirtió: “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos (a las fábulas).” (2 Timoteo 4: 3-4). Fosdick quería hacer de la fe cristiana algo que calmara los oídos con comezón y al hacerlo lo distorsionó más allá de todo reconocimiento. La realidad es que la fe cristiana es, y siempre será, ofensiva. Si removemos la ofensa del evangelio, hemos eliminado el poder del evangelio.

Las palabras de Pablo a los Corintios se adaptan perfectamente a Fosdick y a su liberalismo:

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que sabe discutir en este siglo (mundo)? ¿No ha hecho Dios que la sabiduría de este mundo sea necedad? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Diosmediante la necedad de la predicación salvar a los que creen. Porque en verdad los Judíos piden señales (milagros) y los Griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los Judíos, y necedad para los Gentiles. Sin embargo, para los llamados, tanto Judíos como Griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres. (1 Corintios 1: 20-25).


Este artículo fue publicado originalmente el 26 de marzo 2014 en el blog de Tim Challies. Traducido por Luz Guillen.
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