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En duelo por Orlando, respondiendo con la verdad y en amor

Soy un ex-musulmán que ama a los Estados Unidos y a mi familia musulmana, y el dolor en mi corazón me deja sin palabras.

Este fin de semana fuimos testigos del tiroteo masivo más grande de la historia estadounidense: 50 muertos en un bar gay en Orlando, Florida. A las pocas horas las autoridades comunicaron los detalles: el autor del delito, Omar Mir Seddique Mateen, era un devoto musulmán nacido en los Estados Unidos que había jurado lealtad al Estado Islámico.

Según el padre de Mateer, el tiroteo no tuvo “nada que ver con la religión”, y que haber visto “a dos hombres besándose en el centro de Miami hace un par de meses” puede haberle motivado a cometer el crimen. ¿Pero quién sale a matar a balazos por ver a dos hombres besándose? Hay algo que este padre no puede ver. Pero no lo culpo por eso. Su hijo acaba de morir, y su estado emocional no le deja pensar claramente. Oremos por él.

Atrapados entre dos extremos

Nadie puede pensar de manera completamente objetiva, especialmente pocos momentos después de un ataque terrorista rodeado por tantas controversias. Las estrategias retóricas y las agendas políticas van y vienen, aunque no está claro todavía. ¿Control de armas? ¿Homofobia? ¿Islamofobia?

En medio de la confusión de las agendas políticas y sobre cómo debemos responder, dos posiciones opuestas salen a la superficie: “El Islam es una religión de paz y por lo tanto las acciones de Mateen no tienen nada que ver con el Islam”, o “El Islam es una religión inherentemente violenta y por lo tanto debemos considerar a todos los musulmanes como una amenaza latente”.

Como estadounidense y ex-musulmán, siento que tengo el corazón dividido entre estos dos extremos retóricos. Los que adoptan la primera posición están poniendo en riesgo a mi país porque están pasando por alto la real causa de la yihad. (Ver mi artículo “Una comparación entre la yihad y la guerra en el Antiguo Testamento”). Los que adoptan la segunda posición están poniendo en riesgo a mi familia y a mis amigos musulmanes, a hombres y mujeres amorosos y patriotas que son tan inocentes y tan estadounidenses como cualquiera de nosotros.

De hecho, la gran mayoría de los musulmanes son gente amorosa y pacífica que jamás atacaría un estadounidense o a un homosexual. Esto lo puedo decir en base a mi profunda conexión con la comunidad musulmana: de entre los miles de musulmanes en mi comunidad, ni siquiera uno de ellos era violento o albergaba tendencias violentas. (Me refiero a la comunidad que se encuentra en Norfolk, Virginia, formada por sunitas, chiítas, y otros que asisten a la misma mesquita. Es una comunidad musulmana acogedora y diversa).

No obstante, desde su origen el Islam enseña que los homosexuales deben ser ejecutados. “Si encuentras a cualquiera haciendo lo que el pueblo de Lot hizo, matarás al que lo hace, y al que lo recibe”, ordenó Mahoma (Sunan Abu Daud 4447). Hay imanes que recibieron estas enseñanzas y que ahora se las enseñan a otros en nuestras comunidades. Hace tres meses, un imán conocido por proclamar las enseñanzas de Mahoma habló en una conferencia en Orlando. En una charla previa acerca de los homosexuales, se reportó que dijo, “Tenemos que deshacernos de ellos inmediatamente” (ver video y artículo). El imán hizo su presentación en un centro islámico a unos 30 kilómetros del lugar donde sucedieron las atrocidades de este fin de semana. Hay musulmanes nacidos en Estados Unidos, como Omar, que están adoptando enseñanzas como estas indiscriminadamente, escuchando a sus imanes y siguiendo los mandamientos de Mahoma.

Respondiendo con la verdad y en amor

¿Cómo podemos entender este dilema? ¿Qué hacemos para no reaccionar en contra de todos los musulmanes a pesar de que el Islam siempre haya enseñado tal violencia? Mi respuesta es simple: con la verdad y en amor. Para algunos esta respuesta les puede parecer superficial o alejada de la realidad. Pero no estoy abogando por un amor antojadizo o sin fundamentos, pues un ‘amor’ así jamás podría hacerle frente a la yihad. Creo que debemos responder con un amor que se basa en la verdad y en la abnegación, un amor que refleja el carácter y el corazón de Jesucristo. Pues Jesús no murió para destrozar a sus enemigos, sino para perdonarlos. Como cristianos debemos seguir los pasos de nuestro Salvador:

“Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan sus pasos, el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en su boca; y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a aquél que juzga con justicia. Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fueron ustedes sanados. Pues ustedes andaban descarriados como ovejas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de sus almas”, 1 Pedro 2:21-24.

Debemos reconocer la verdad acerca del Islam y al mismo tiempo, motivados por la gracia, responder con respeto y amor hacia los musulmanes. (Luego del ataque en San Bernardino, California, escribí el libro Answering Jihad: A Better Way Forward con el objetivo de explorar este difícil tema).

Los acontecimientos en Orlando marcan el comienzo de una nueva fase en la historia de nuestra nación: el tiroteo masivo más grande en territorio estadounidense ahora es también un ataque terrorista islámico. Nuestro país tiene que responder, y va a responder. Mi oración es que los que hayan leído esto sean voces que respondan a esta tragedia con la verdad y el amor.


Crédito de la foto: Phelan M. Ebenhack

Publicado originalmente en RZIM. Traducido por Timoteo Sazo.
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