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Uno de los problemas principales para el cristiano es el dividir su vida entre lo secular y lo sagrado. El domingo en la iglesia levantamos las manos cantando y adorando a Dios, mientras que el resto de la semana, dependiendo del contexto, usamos nuestra lengua para hacer cosas que no le agradan a Dios. Santiago nos dice que debemos de ser constantes con el uso de nuestra lengua:

Santiago 3:9-12: “Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios. De la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso una fuente echa agua dulce y amarga por la misma abertura? ¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.

Pienso que el uso correcto de nuestras palabras es una de las áreas más descuidadas y de mayor problema entre los creyentes. Vivimos en un mundo donde los medios noticiosos ya no solo reportan las noticias, sino que pasan juicio sobre las mismas. Esa inclinación, cultural junto a nuestros corazones corrompidos, hace que usemos nuestras palabras para dañar la imagen de otros, calumniar y herir.

En Facebook he notado que El Mundial ha traído la oportunidad perfecta para que muchos creyentes no tengan cuidado con lo que comparten. La pasión que sentían muchos por sus equipos pareciera que crea una bruma en el razonamiento de muchos, y usan palabras que no glorifican a Dios en el contexto de hacer comentarios o análisis en relación a partidos. En Colosenses 3 Pablo está hablando de la conducta que debe reflejar un creyente que ha sido cautivado por la supremacía de Cristo. Entre otras cosas manda a los creyentes a despojarse de comportamientos del mundo:

Colosenses 3:8 Pero ahora desechen también ustedes todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, lenguaje soez de vuestra boca.

Pablo hace una conexión entre nuestro corazón y nuestras palabras. Cuando nos enojamos o airamos, terminamos diciendo lo que está en nuestro corazón. El principio bíblico es el siguiente: “de la abundancia del corazón habla la boca”.

Colosenses 3:8 muestra la progresión de un corazón airado a un corazón dispuesto a dañar a otros con lo que decimos. Maledicencia es un término que refleja calumnia o hablar mal de alguien con la intención de dañar su imagen. Lenguaje soez no es solamente el uso de “malas palabras”, sino que incluye también el uso de la lengua para herir a otros. Por ejemplo, podemos usar el sarcasmo para herir a otros sin usar palabras que culturalmente son obscenas.

Con este trasfondo, le voy a presentar varios ejemplos de cómo he observado a creyentes usar sus lenguas en formas que parecieran ser pecaminosas durante esta época de la Copa Mundial. Quiero aclarar que yo he cometido estos pecados en diferentes momentos de mi vida también, y estoy escribiendo este artículo como un pecador redimido por Cristo y no como uno ya perfecto en esta área.

Acusaciones sin evidencia

Estos comentarios ocurren cuando pierde el equipo que alguien quiere que gane. Comentarios como: “los brasileños compraron los árbitros” o “ese réferi tenía una clara preferencia por tal equipo”. Estas son acusaciones serias contra el carácter de una persona y de una organización. ¿O se nos olvida que el árbitro también es un hombre creado a imagen de Dios? El creyente que dice esto dice que hubo corrupción, donde lo más probable no hay ningún fundamento para hacer este juicio, y por lo tanto cae en la categoría de calumnia. Desde que implementó la ley, Dios mandó a no dar falso testimonio, porque a Él le interesa cuidar la reputación de otros.

Racismo

Es triste ver cómo por preferencias deportivas o envidia hacia equipos superiores se hacen comentarios racistas. Yo soy de Puerto Rico, y nunca me interesó mucho el fútbol hasta que comencé a compartir con hermanos de Centro y Sur America. Pero durante el partido de México contra Holanda me di cuenta de muchas actitudes de racismo y envidia contra los Mexicanos. Increíble ver la gran cantidad de hermanos hispanos que estaban en contra de México, no tanto a favor de Holanda. No hay nada malo en preferir que gane cierto equipo y pierda otro. Sin embargo, en Facebook, refiriéndose a México, vi comentarios como: “Ellos son unos engreídos”, “se creen mejores que nosotros”, “son los favoritos de ESPN y Univisión”. Además, he visto actitudes similares con el equipo argentino o contra los alemanes. Estas actitudes de pasar juicio sobre un grupo étnico no son actitudes bíblicas que agradan a Dios.

Fomentar la desunión

Comentarios humillantes hacia el otro equipo se ven tanto en la derrota como en la victoria. Estas críticas fomentan la falta de unidad entre personas, pues en el contexto numeroso de Facebook, usualmente la audiencia es de cientos de personas.

Sin duda podemos disfrutar de la gracia común que es El Mundial. Este es un evento que puede ser de mucha bendición en muchos aspectos. No obstante, debemos de velar que nuestra pasión por un regalo que Dios nos da no sobrepase nuestra pasión por Aquel que nos da esas cosas. Para eso murió Cristo en la cruz, para librarnos de ser esclavos de las cosas y darnos libertad para ser siervos de Dios.

Lo triste de lo que vemos con el uso de la lengua es que hace público lo que hacemos día a día, y a veces ni nos damos cuenta. Nos creemos jueces y usamos nuestra lengua para dañar a otros, sin considerar el peso que tienen nuestras palabras ni la enseñanza bíblica acerca del tema. Más triste aún, hacemos estos tipos de comentarios en el contexto de la iglesia, y dañamos la preciada unidad del cuerpo de Cristo. Que la experiencia del mundial nos muestre que vamos a rendir cuentas a Dios de cada palabra que salga de nuestra boca, y por la gracia de Dios podamos usar nuestra lengua para que salga agua dulce y no amarga.

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