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Los humanos somos problemáticos. Somos complicados. Capaces de las mejores cosas esporádicamente, y de terribles cosas regularmente. Con todo el mal que hemos hecho, ¿somos dignos de habitar en esta tierra? Entre chistes y acción y drama y acción y superhéroes, Avengers: Age of Ultron lucha con estos conceptos de una manera muy interesante, y creo que es algo que vale la pena meditar.

La gente dice que las películas son para disfrutar, no para pensar. Pero yo entiendo que el pensamiento detrás de tal expresión no es solo ingenuo: hacerlo así es un desperdicio. Si solo hubiera ido a ver Avengers para pasar un buen rato, no necesariamente hubiera pecado, pero no hubiera discernido mucho de lo que tenían que decir sus creadores y, por la Imago Dei y el involucramiento de Dios en la creación, pasado por alto mucho de lo que tiene que decir nuestro Creador.

De manera resumida, en Avengers encontramos reunidos otra vez a Capitán América y su equipo, luchando juntos contra un nuevo villano. Ultron es un robot creado por Tony —Iron Man— Stark y Bruce —el Hulk— Banner, que, como buen Pinocho, quiere liberarse de su creador. Pero a diferencia del juguete de madera, él quiere destruir a su creador, y a toda la raza humana.

Ultron nace de un programa que tenía el propósito de traer paz a la tierra. Pero al momento de “nacer”, él nota que el principal problema del mundo no viene de afuera: somos nosotros, los terrícolas. Él concluye que, como cuando Noé, la forma de limpiar la tierra de la maldad es la extinción. Para tales fines, Ultron se refiere a sí mismo en varias ocasiones como un instrumento de Dios, tal vez pensando de sí mismo como un dios.

Esta es un concepto interesante. Como dije al principio, los seres humanos tenemos la capacidad y la costumbre de hacer cosas terribles. Nuestro planeta fue maldito por nuestro pecado (Gn. 3:17-19). Los mayores problemas que tenemos son también con otros seres humanos. La primera relación de hermanos terminó en asesinato[1] (Gen. 4.). Si dejas una casa vacía, aun por años, lo más que tendrías que limpiar al regresar sería el polvo. Pero deja seres humanos ahí, y la historia cambia. Es como muchos han dicho: si hubiera una iglesia perfecta, desde que tú o yo nos unimos, deja de serlo.

Pero a pesar de considerarse a sí mismo como un dios, y al igual que todos los falsos dioses e ídolos, Ultron es muy inferior al Señor. Nadie se compara a Él. Los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos, y los planes del Creador infinitamente superiores a los de toda criatura. Dios es perfectamente santo. El hombre está totalmente corrompido.[2] La tierra fue maldita por nuestra causa, y nuestro pecado y nuestras pasiones causan guerras entre nosotros (Stg. 4). Ningún villano en ninguna película es digno de pasar juicio a la humanidad; Dios sí. Él sería justo en terminar con la raza humana. Pero aquí está el error de Ultron: nuestro Dios se deleita en salvar.

“¿Acaso me complazco Yo en la muerte del impío,” declara el Señor DIOS, “y no en que se aparte de sus caminos y viva?”, Ezequiel 18:23.

Fíjate que cuando Adán y Eva pecaron, Dios no los eliminó: los vistió (Gn.3:21). Cuando Dios decidió enviar el diluvio, Él no solo guardó a los animales: Noé halló gracia a los ojos del Señor (Gn. 6:8). Igual con Israel: nuestro Dios proveyó de salvación y liberación de Egipto, a través del Maná y la nube y la columna de fuego (Deut. 1:33). Y luego proveyó escape de Su santa ira y del pecado del pueblo a través de la ley y el sistema de sacrificios. Y para nosotros, que nacimos luego del momento más importante de la historia, nuestro Dios provee salvación a través del Hijo, a todo aquel que cree (Jn. 3:16) Bien lo dice el Salmo 68:20, “¡Nuestro Dios es un Dios que salva!”.

Por supuesto, la pequeña mente de Ultron no podía capturar esto. Y nosotros somos culpables de algo similar: nos encanta la gracia, cuando se extiende a nosotros. Pero no nos sale fácil extenderla a otros. Somos prontos en aceptar un sacrificio hecho por nosotros, pero tardos en sacrificarnos por otros. Y que no te quepa duda, la gracia siempre requiere sacrificio.

En marcado contraste con Ultron están nuestros héroes, los Avengers. A diferencia del villano, una y otra vez los Avengers ponían su vida en peligro para salvar a los demás. Capitán América, Thor, Hawkeye y hasta Tony Stark miden sus acciones en cuanto a las posibles consecuencias para los otros seres humanos, y arriesgan su vida una y otra vez con tal de salvar a algunos. Ambos dicen estar detrás de la paz. Aquel robot enfocado en destrucción; estos héroes enfocados en salvación. En eso los Avengers superan con creces al Superman de Man of Steel: ellos sienten un real peso por cada individuo, y una sola vida humana vale todo el esfuerzo del equipo. En esta películas, más que Vengadores, ellos fueron salvadores.

Y eso fue lo que más disfruté de los Avengers: su ardiente pasión por salvar a otros. La imagen de Dios en el hombre nos hace asombrosamente dignos. Aun al peor de los hombres le debemos gracia. Nadie lo merece, por supuesto, sino no fuera gracia. Pero ese es nuestro llamado, y el ejemplo que dejó nuestro Señor. Yo oro por un corazón que se duela por el sufrimiento del otro, y que más que pensar en “algo habrá hecho”, o “se lo merece”, o aun “es un pecador”, pueda dolerme al ver al perdido pensando en que… ¡es un pecador! Y tendrá que enfrentarse a un Dios santo y justo, ¡sin Cristo! Para salvarnos de la ira de Ultron, los Avengers lucharon y sufrieron hasta el final. Pero para salvarnos de nuestro pecado, Dios tuvo que morir. Y resucitó al tercer día. Yo quiero salir a contar esas buenas nuevas.


[1] Spoiler: Interesante que el primer acto de Ultron fue matar a su “hermano”, Jarvis, entiendo que como paralelo de Caín y Abel).
[2] No totalmente en que es tan malo como puede ser, sino que cada área está afectada por el pecado.
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