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Porque no hay en la muerte memoria de Ti; en el Seol, ¿quién Te da gracias? (Salmos 6:5)

Nuestro glorioso Señor Jesucristo (Santiago 2:1), bello y glorioso (Isaias 4:2), el resplandor de la Gloria de Dios (Hebreos 1:3), lleno de gracia y verdad (Juan 1:14) es la persona por quien Dios hace todas las cosas. Todo fue creado para Cristo (Colosenses 1:16).

Esta es la verdad dónde debemos empezar y terminar cualquier discusión sobre una cuestión moral fundamentada en la Biblia.

En un viaje reciente a Chile, tuve la oportunidad de almorzar con un candidato presidencial, un senador conocido como conservador, particularmente en el tema del aborto. Tuvimos la oportunidad de compartir nuestras perspectivas sobre el aborto, él abrió con una defensa muy elocuente de la posición pro-vida. Ahora era mi turno, ¿qué podría decir que él no hubiese escuchado o leído antes?

Lo más preciado para Dios

Le pregunté al senador, “¿Cuál es la cosa más preciada para Dios en el universo?”. En vez de contestar, esperó a que yo continuará.

Le dije: “El Hijo de Dios, Jesús, es lo más preciado para Dios en todo el universo. Y ¿dónde colocó Dios su posesión más preciada? En un vientre”.

Dios no envió a su Hijo a la Tierra en forma de un hombre adulto a vivir y morir por nuestros pecados. En cambio, Dios comenzó con la concepción en el vientre de la virgen María. El lugar más seguro en el mundo para Jesús fue el vientre de su madre. Dios valora tanto el vientre que Él puso a su Hijo amado allí.

Tal vez no somos capaces de entender lo increíble de esta verdad. Dios fue colocado en un vientre. Es una verdad tan sorprendente como el que Dios estuvo en una tumba (en ambos lugares recibió vida física y espiritual). Por lo tanto, matar a niños en el vientre es entrar a una zona de seguridad creada por Dios y saquear lo que más ama.

Robar al Dios de gloria

Dios ama el vientre de la mujer. Él creó el vientre para que su Hijo habitará allí en la etapa más vulnerable de su vida terrenal. Por extensión, Dios ha hecho lo mismo para cada uno de nosotros. El vientre es designado por Dios como un lugar de seguridad, pero ahora se ha convertido, desgraciadamente, en el lugar más peligroso del mundo.

Dios también creó el vientre como el lugar desde el cual traería gente al mundo de su Hijo (Colosenses 1:16). Cuando se mata un niño no nacido, no es simplemente un pecado contra Dios, sino también un pecado contra la gloria de Cristo. ¿Por qué? Porque esa alma nunca tendrá la oportunidad de glorificar a Dios en este mundo.

Cada aborto le roba potencialmente a Cristo de un adorador encarnado, el tipo que busca Dios para glorificarse a sí mismo y a su Hijo. El aborto es tan malo porque le roba a Dios su más alta prerrogativa en este mundo: una criatura hecha a la imagen de Cristo quien adora a Dios por el Espíritu.

Si hay algo que nos debe hacer llorar sobre el aborto, y hay muchas cosas, debe ser el que Cristo ha sido despojado de su gloria.

Queremos que los niños tengan vida. Pero más que eso, queremos que los niños tengan vida en Cristo, la vida que vino a ofrecer al entrar a este mundo en el vientre de una virgen.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Myrna Rodríguez. Crédito de imagen: Lightstock
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