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Recibí esta pregunta de un líder que recientemente tuvo a una joven que cantó un solo muy fuera de tono en su iglesia. Él había trabajado con ella para mejorar su tono, pero fue en vano. Sus padres no reconocían lo mal que ella cantaba, por lo que él escribió:

¿Cómo lidiar con un escenario como este? Evidentemente, cantar no es un don que esta chica posee. Sin embargo, sus padres la motivan a cantar. No quisiera herir a nadie en esta familia, pero ¿debo seguir permitiendo a la joven cantar en los servicios? Si no, ¿cómo me recomienda enfrentar a este problema si vuelve a surgir? No tengo ningún problema en ser “confrontacional”, pero realmente no quiero destruir sueños o desalentar esta joven o a su familia en su servicio para nuestro Señor. ¿Alguna sugerencia?

Me alegra responder a esta pregunta, ya que me he enfrentado a situaciones similares en el pasado.

En primer lugar, siempre prueba a las personas que van a cantar o tocar un instrumento antes de comprometerte a que participen un domingo. No es suficiente llevarte de la recomendación de otra persona, a menos que realmente confíes en ellos. En todos los demás casos, escucha al solista tú mismo.

En segundo lugar, definitivamente no debes permitir que alguien así continúe cantando solos en la reunión principal. Nosotros no estamos sirviendo a la persona o la iglesia cuando dejamos que los malos cantantes canten solos. 1 Crónicas 15:22 dice: “Quenanías … estaba a cargo del canto … porque era hábil en ello” (NVI). Por supuesto, el estándar será más bajo en una pequeña iglesia que en una iglesia grande, pero nadie debería cantar públicamente si su falta de talento distrae u ofende a la gente. Dios nos da dones para la edificación de su iglesia, y es el trabajo del líder asegurarse de que los dones de alguien sean de bendición y no … otra cosa.

En tercer lugar, tenemos que recordar que, aunque la verdad puede doler, no necesitamos comunicarla de una manera hiriente. Decirle a alguien que no están dotados como vocalistas no es “destruir sus sueños”. Es darles esperanza sobre lo que Dios está haciendo en ellos. Puede que se sientan como que estás siendo injusto, crítico y duro, pero eso no significa que en verdad lo estás siendo. Los estás ayudando a ver con mayor claridad dónde la gracia de Dios está y no está activa en su vida. Cada vez que he tenido que decirle a alguien que no deberían estar en el equipo, he tratado de ayudarles a ver que servir en el equipo de música les impide usar los dones que Dios les ha dado. Por supuesto, tenemos que hacer eso con gracia y amabilidad. No estamos desalentándoles de todo servicio a nuestro Señor; solo del servicio en un área en particular. Tomamos en serio las palabras de Romanos 12:3-6:

“Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe…”/

Y recuerda: deseo no es lo mismo que dones.

En cuarto lugar, me aseguraría de que mi pastor esté al tanto de la situación, y no trataría de comunicar algo como esto por correo electrónico. Hablaría con los padres un domingo, o los llamaría. Les agradecería su deseo de servir a la iglesia, pero les explicaría que aun con todo el trabajo que se ha realizado con su hija, ella todavía no suena muy bien. Si pensara que la joven podría cantar, y solo estaba nerviosa, proporcionaría oportunidades para que cantara para un grupo más pequeño, o tal vez en un coro. Si pensara que no hay esperanza, animaría a los padres a ayudar a su hija a encontrar otras maneras de servir. Siempre ayuda cuando damos seguimiento una semana más tarde para saber cómo están.

Por último, reconoce y arrepiéntete de tu deseo de que todo el mundo piense que eres un gran y maravilloso líder. A menudo postergamos estas decisiones, resultando en mayores problemas en el futuro: las personas están engañadas en cuanto a sus dones, otros luchan preguntándose el porqué no están siendo utilizados, algunos se preguntan acerca de tu discernimiento, y aquellos que son verdaderamente dotados tienen menos oportunidades para servir. Situaciones como estas ayudan a dar muerte al orgullo y aprender lo que realmente significa cuidar a la gente.

Que Dios nos dé el valor tanto para hablar como para recibir la verdad, mientras buscamos glorificarlo con nuestros dones; dones que hemos recibido para ese mismo propósito.


Publicado originalmente para Worship Matters. Traducido por Gittel Estevez-Michelen.
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