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Me estoy haciendo viejo. Tenía que pasar, supongo. Aunque me sigo viendo como un joven veinteañero (o un treintañero temprano en la mañana), el resto del mundo me echan un vistazo a los cabellos blancos y los bigotes grises y piensa a sí mismo “viejo”. A veces los tipos más jóvenes bien intencionados me llaman “estadista mayor” o “pionero” o alguna cosa destinada a ser un cumplido, cuando eso depende de que yo sea viejo. Resulta que hay un montón de maneras de llamar a la gente “vieja”.

Pero yo estoy contento de envejecerme. Lo disfruto. Hoy en día soy demasiado viejo para la mayoría de las tendencias. Estoy establecido en mi vida y carrera, así que no tengo que abrirme paso a codazos como tienen que hacer muchos de los jóvenes que enfrentan los contextos y desafíos continuamente cambiantes. Además, de vez en cuando puedo hacer lo que me da la gana sin explicarlo a nadie. Los demás me miran y piensan, “Bueno, es anciano, vamos a dejarlo en paz”.

No es tan malo envejecer. Otro beneficio más es que ojalá hayas aprendido una o dos cosas que podrían ser valiosas para los que vienen después de ti, cosas que no son monumentales, nuevas o novedosas, sino cosas “viejas” de valor duradero. De tanto en tanto, alguien más joven te pide esas pepitas que él o ella llama “sabiduría”, pero tú las llamas “vida”. Así como el otro día, cuando un joven muy entusiasta me mandó un correo electrónico para hacerme preguntas sobre cómo encontrar el equilibrio entre la vida y el ministerio y cómo tener tiempo para cosas como el descanso y la lectura. Soy lo suficientemente viejo para recibir con frecuencia mensajes de correo electrónico de este tipo. Así, por si acaso fuese útil para otros, aquí está un correo electrónico que envié a un joven pastor tratando de encontrar el equilibrio para hacer lo mejor posible en su vida familiar y en el ministerio. Este hombre viejo espera que te ayude.

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Estimado Joven Ministro:

Oro para que estés bien, hermano. ¡FELICIDADES por el nuevo rol que tienes en la iglesia! Le pido al Señor que te de la gracia y el favor para todos tus llamados: a ser un discípulo cristiano, un marido, y ahora un pastor.

Gracias por las grandes preguntas y por la oportunidad de ayudarte en tu ministerio allí. No estoy seguro de que tenga una sabiduría profunda para ti, pero quizás estas ideas básicas puedan ser útiles. Si lo deseas, no dudes en escribirme de nuevo con preguntas de seguimiento.

1. No construyas una cultura de discipulado

En su lugar, construye relaciones con tantas personas como sea posible en la iglesia. No estás involucrado en un proyecto, sino que estás llamado simplemente a alentar a la gente en su camino con Cristo hacia el cielo. Si te encargas con la tarea de construir una “cultura de discipulado”, lo cual suena realmente enorme y ambiguo al mismo tiempo, te presionas mucho a ti mismo, y a la iglesia. Recuerda, una iglesia es una familia. Lo importante son las relaciones. Como un pastor nuevo, joven, construye relaciones, y eso te proporcionará el contexto para alentar a la gente de una manera significativa.

2. No equilibres tu vida

El “equilibrio” es una verdadera trampa y un mito. No estoy diciendo que debes comprometerte a toda una vida de exceso de trabajo, estoy diciendo que en vez del equilibrio, tener prioridades es un mejor principio para ordenar tu vida. Además, la Escritura establece las prioridades para ti. Pon las cosas en orden:

  • Dios en primer lugar
  • Tu esposa en segunda lugar
  • Tus hijos en tercer lugar
  • Tu ministerio en cuatro lugar

Mantén el orden y también encontrarás que las prioridades tienen cierta forma de transmitir las bendiciones a través de cada nivel. Si sigues caminando estrechamente con el Señor, esto tiende a bendecir a tu relación con tu esposa. Si amas bien tu esposa, esto alcanza a toda la familia. Si cuidas bien de tu familia, entonces estarás cualificado para el ministerio, en lo que también serás una bendición.

Esto, por supuesto, significa que tienes que decir “no” a muchas cosas muy buenas para poder decir “sí” a las cosas mejores. Lo cual, por cierto, es una de las cosas que los pastores necesitan hacer como un modelo a imitar para su pueblo. Vive este conjunto de prioridades tan gentilmente y constantemente como puedas y creo que vas a lograr a lo que la mayoría de la gente se refiere cuando dice “equilibrio”.

3. Descansa antes de cansarte.

Las tasas de agotamiento en el ministerio son muy altas, no solo porque es exigente el cuidado de las personas, sino también porque muchas personas cometen el error de pensar que están en “encendido” a todas horas. No te permites empezar a vivir y actuar como si no puedes o no debes limitar la cantidad de tiempo y energía que dedicas a la cuarta prioridad (el ministerio). Aquí están algunas ideas sobre cómo descansar antes de cansarte:

  • Todos los lunes por la mañana, o tal vez el domingo por la noche, pasa una o dos horas con tu esposa planeando y revisando las próximas semanas. Planea las noches cuando tendrás personas invitadas y las noches que vas a reservar para solo tu familia. Coordina la dejada de los niños (si los tienes) en la escuela o en programas infantiles. Aprovecha este tiempo para realmente trabajar en equipo y planear su vida juntos.
  • Mantén tus días de trabajo en 8-9 horas. Habrá un montón de días en los que te acostarás tarde o te despertarás temprano, así que ten un horario flexible si tus pastores te lo permiten. Si implementas el primer punto, arriba mencionado, te ayudará con este punto; así no te sentirás culpable si el martes vas a tener que trabajar 12 horas y el miércoles trabajas 4. No estás aprovechándote del ministerio. Estás honrando a tu familia y haciéndolo todo a tu propio ritmo considerando el largo camino por delante.
  • Planifica y toma vacaciones. Los estadounidenses son pésimos para hacer esto, y no vamos de vacaciones hasta que estemos casi muertos. Es mejor tomar tus vacaciones distribuidas a lo largo del año, tal vez agrupadas estratégicamente para conseguir un poco más por tu dinero.
  • Tanto como sea posible, descansa cuando el resto del mundo descansa. Si te es posible descansar los sábados, disfruta de este tiempo libre estando con tu familia y descansando cuando descansan los otros. Trabaja de lunes a viernes, si puedes. Hay vacaciones cuando tienes que trabajar, mientras que otros están de vacaciones (la Navidad, la Pascua, etc). Pero en otras vacaciones, sal de la ciudad, apaga los medios sociales, y descansa como todo el mundo.

Por lo tanto, planifica tu descanso y descansa según lo previsto. Descansa antes de cansarte. No te arrepentirás, tampoco se arrepentirá tu pueblo ya que vas a tener energía y vida para servirles.

4. Haciendo discípulos

En cuanto a discipular a otros, mi objetivo se basa en un par de cosas sencillas:

  • Libros — Los leo y se les doy a otros. Piensa acerca de los libros que más te han bendecido y léelos con otras personas. Ya los has leído, así que no exige gran preparación por tu parte. Además tienes la oportunidad de dar una parte de ti a tu pueblo, que ayuda a fortalecer tu relación con ellos. Un par de buenos libros leídos con un puñado de personas cada año bendecirá a la congregación en gran medida. Con el tiempo se cambiarán los hábitos y preferencias de lectura de la gente cuando pongas buenos títulos en sus manos. Por supuesto, usa tu Biblia en cada oportunidad.
  • Comidas — el desayuno, el almuerzo y la cena son momentos maravillosos de pasar el tiempo con otros en un contexto amoroso y significativo. Practica el compañerismo en la mesa, y no sobre-planifiques el tiempo. Ve con un par de preguntas significativas que quieres hacer, pero deja espacio para solo hablar tanto de cosas espirituales como de cosas cotidianas. Transcurre mucho de la vida durante una comida.
  • Escuchar — La mayor parte del ministerio que haces en la vida de las personas ocurre como consecuencia de hacer algunas buenas preguntas y escuchar mucho. Aprende a escuchar. Niégate a ceder a la presión de tener todas las respuestas. Sé socrático en tu método y las personas se sentarán escuchadas y al hablarte a menudo terminarán hablándose a sí mismos las soluciones que necesitan. Al escuchar a cada vez más personas en tu congregación, podrás conocer muy bien a tu iglesia. Eso ayudará en todo, desde saber cómo aplicar la palabra en la predicación a tu pueblo, hasta saber cómo orar por el crecimiento de la iglesia, y hasta ponerte en la brecha como intercesor contra los pecados que acosan a los santos.

Espero que algo aquí sea útil. Siéntate libre de dar seguimiento. Pero una última cosa: me alegro en alentarte y compartirte una palabra de vez en cuando, sin embargo es más importante que tengas estas conversaciones con tus pastores allí. Puede que no tengan todas las respuestas, pero una parte de la alegría del ministerio es descubrir algunas respuestas juntos en tu propio contexto.

5. Sobre la lectura:

Mis hábitos de lectura actuales son muy irregulares. Me resulta un poco diferente la vida como plantador de iglesias en contraste con la vida en una iglesia establecida. Cuando estaba en Caimán en una iglesia establecida, mi horario era parecido al siguiente:

Lunes – Planificación para la semana, tareas administrativas, reuniones, consejería.

Martes – lectura y escritura.

Miércoles – 9-12: preparación para el estudio bíblico de la noche del miércoles; 1-5: reuniones, consejería, etc.

Jueves y viernes – preparación del sermón.

Sábados y domingos – días libres.

En cuanto a qué leer, tiendo a leer libros que están dentro de unas tres categorías:

  1. Diversión – solo las cosas que me interesan en cualquier momento. Podrían ser ficción, historia, teología, lo que sea.
  2. El ministerio – cosas que necesito entender o saber para hacer el trabajo. Podría ser algo sobre un tema de consejería, una cuestión teológica que los ancianos están considerando, o una cosa práctica que ayuda con el trabajo.
  3. El discipulado – el mío y de otros. Leo las cosas que me ayudan a crecer en un área específica o que estoy leyendo con otros para ayudarles a crecer.

¿Cuánto leo en una semana? Realmente no lo sé. Varía. Nunca he intentado contarlo. Hay una sensación general de siempre estar leyendo, pero no intento alcanzar una cuota. Supongo que la lectura es solo una parte de mi vida y la de mi familia.

Títulos influyentes:

  1. El conocimiento del Dios santo por J.I. Packer
  2. El ministerio cristiano por Charles Bridges
  3. Sensing Jesus (‘Sintiendo a Jesús’) por Zack Eswine
  4. El enrejado y la vid por Colin Marshall y Tony Payne
  5. La predicación: puente entre dos mundos por John Stott

Actualmente, Sensing Jesus tiene el mayor impacto en mí. Lo recomiendo firmemente, especialmente para un joven que acaba de iniciarse en el ministerio.

Con mucho amor, y que el Señor te bendiga y te guarde,

Thabiti


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Rachel Jobson.
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