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La opinión pública acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo parece estar cambiando junto con las leyes de la nación. Este cambio es tan solo uno en una larga estela. La visión de Estados Unidos sobre la familia, el amor, la sexualidad en general, la tolerancia, Dios y muchos otros temas parece estar presionando en direcciones que ponen a la defensiva a los cristianos que creen en la Biblia. Es fácil sentir como si nos hubiéramos convertido en los nuevos “forajidos morales”, citando la frase utilizada por Al Mohler. La defensa de los principios cristianos históricos nos traerá cada vez más problemas socialmente y quizás económicamente. Probablemente, un día también nos traerá problemas criminales. Es irónico ver que a los cristianos se les pide que no impongan su visión sobre otros, mientras son amenazados por ser despedidos u otras penalidades por no seguir la nueva tendencia grupal. En todo esto, los cristianos somos tentados a sentir temor o a hablar como alarmistas. Pero en la medida que lo hacemos, en esa misma medida mostramos que hemos abrazado un Cristianismo no-bíblico y nominal. Es por esta razón que a continuación se muestran siete principios para sobrevivir los cambios culturales que actualmente estamos afrontando.

1. Recuerde que las iglesias existen para trabajar por cambios sobrenaturales.

Toda la fe cristiana está basada en la idea de que Dios toma a personas que están espiritualmente muertas y les da nueva vida. Cada vez que evangelizamos, estamos evangelizando un cementerio. Nunca ha existido una época o cultura donde arrepentirse de sus pecados fuera algo natural. Esa cultura no existe, no ha existido, no existirá. Los cristianos, las iglesias y especialmente los pastores deben entender en lo más profundo de su ser que siempre hemos estado en una obra que es sobrenatural. Desde ese punto de vista, los recientes cambios culturales han hecho nuestro trabajo cero porciento más tedioso.

2. Entienda que la persecución es normal.

En los últimos meses hemos estado predicando del evangelio de Juan en mi congregación, y muchas personas me han agradecido por traer a colación el tema de la persecución. Sin embargo, no estoy convencido de que mi predicación haya cambiado, sino que creo que han cambiado los oídos de quienes escuchan. Los sucesos recientes ocurridos en la palestra pública han causado que la gente se sienta más preocupada de lo que les ampara a los cristianos. Pero si uno retrocediera y escuchara mis pasados sermones, como una serie predicada en los 90’s sobre 1 Pedro, usted podrá darse cuenta que la exposición bíblica común trata el tema de la persecución una y otra vez. Persecución es lo que sufren los cristianos en un mundo caído. Esto fue lo que Jesús nos prometió (p. ej. Juan 16). Ahora bien, pudiera ser que dentro de la providencia de Dios algunos cristianos se encuentren en situaciones en donde, aun si ellos dedican sus vidas a obedecer a Jesus, no sufran insultos o persecución. Pero no se deje engañar por los bonitos edificios en los que tantas iglesias se reúnen. Este Jesús al que seguimos fue ejecutado como un criminal de estado. Uno de mis pastores colegas recientemente observó que en la historia de la persecución cristiana, a menudo son asuntos secundarios, no el evangelio, los que desatan la persecución. Los perseguidores no dicen: “Tú crees en el evangelio de Jesucristo; por eso te voy a perseguir”. No, por el contrario, alguna que otra creencia o práctica que sostenemos como cristianos contradice lo que las personas quieren, o amenaza su forma de ver el mundo. Y de aquí surge la oposición. Una vez más, en la medida en que respondemos a los cambios en nuestra cultura, ya sea con pánico o alarmismo, en esa misma medida contradecimos las enseñanzas de la Biblia acerca del discipulado cristiano común. Esto muestra que hemos desviado hacia un cristianismo nominal. Los pastores en especial deben poner el ejemplo, enseñando a sus congregaciones a no jugar a la víctima. Debemos salar nuestra predicación y oración con la normalidad de la persecución. Es responsabilidad del líder el preparar a las iglesias en la manera cómo debemos seguir a Jesús, aun si esto implica una crítica social, o pérdida de privilegios, penalidades financieras, o persecución criminal.

3. Evite el Utopismo

Los cristianos deben ser personas de amor y justicia, y esto implica que siempre debemos esforzarnos en hacer de nuestra pequeña esquina del globo un poco más agradable de lo que la encontramos, ya sea un aula de kindergarten o un reino. Pero aun si trabajamos en aras del amor y la justicia, debemos recordar que nosotros no vamos a transformar a este mundo en el reino de nuestro Señor. Dios no nos ha mandado a hacer de este mundo un mundo perfecto; Él nos ha mandado principalmente a apuntar hacia Aquel que un día lo hará perfecto, mientras pasamos nuestras vidas amando y haciendo bien. Si usted se siente tentado al utopismo, favor note que las Escrituras no lo permiten, y que el utopismo tienen un historial de distraer y engañar aun a los seguidores más celosos de Cristo. Es bueno sentir tristeza por la creciente aprobación al pecado en nuestros días. Sin embargo, una de las razones por la que muchos cristianos en los Estados Unidos se sienten desilusionados por los actuales cambios culturales es porque hemos sido algo utópicos en nuestras esperanzas. De nuevo, en la manera que pensemos y hablemos como alarmistas, de esa misma manera demostramos que suposiciones utópicas pudieran haber estado motivándonos todo el tiempo.

4. Haga uso de su mayordomía democrática

Me entristecería si alguien concluyera de mis comentarios que no importa lo que los cristianos hagan públicamente o con las autoridades. Pablo nos dice que nos sometamos a nuestras autoridades. Pero en un contexto democrático, parte de someterse a las autoridades envuelve el compartir en su autoridad. Y si tenemos que compartir en su autoridad, entonces también tendríamos, hasta cierto punto, una cuota de su tiranía. Desestimar el proceso democrático, siempre y cuando esté en nuestras manos, es desestimar nuestra mayordomía. No podemos crear una Utopía, pero eso no significa que no podemos ser buenos mayordomos de lo que tenemos, o que no podemos usar los procesos democráticos para bendecir a otros. Por el bien del amor y la justicia, debemos hacer uso de la mayordomía democrática.

5. Confíe en Dios, no en las circunstancias.

Nunca ha habido un número de circunstancias en las que los cristianos no puedan creer a Dios por completo. Jesús hermosamente creyó al Padre a lo largo de su camino a la cruz “por el gozo puesto delante de él” (Heb. 12:2). Nada de lo que usted y yo enfrentaremos igualará lo que nuestro Rey tuvo que sufrir. Podemos confiar en Él. Él se mostrará confiable a lo largo de todo lo que pudiéramos atravesar.  Y según confiemos en Él, llevaremos un precioso testimonio de la bondad de Dios y Su poder, y le traeremos gloria.

6. Recuerde que todo lo que tenemos es gracia de Dios.

Debemos recordar que cualquier cosa que recibamos menor que el infierno es tiempo de regocijo para los cristianos. ¿Cierto? Todo lo que tiene un cristiano es completamente de gracia. Necesitamos mantener esa perspectiva para que no seamos tentados a tornarnos muy agrios hacia nuestros empleados, nuestros amigos, los miembros de nuestra familia, y hacia nuestro gobierno cuando éstos se opongan a nosotros. ¿Cómo pudo Pablo cantar en la prisión? Él sabía de lo que había sido perdonado. Él conocía la gloria que le esperaba. Él percibió y atesoró estas grandes realidades.

7. Descanse en la certidumbre de la victoria de  Cristo.

Las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia de Jesucristo. No necesitamos tener temor ni temblar al pensar que Satanás finalmente, después de todos estos milenios, ha ganado la delantera en su oposición a Dios en la antesala del matrimonio homosexual. “¡Oh no!, ¡parece que ahora vamos a perder!” No, eso no va a pasar. La gente en todo el mundo ahora y a través de la historia ha sufrido mucho más de lo que los cristianos en los Estados Unidos sufren. Y no asumimos que Satanás ha tomado la delantera allí, ¿o sí? Cada nación y época tiene una forma única de expresar su depravación, de atacar a Dios. Pero nada de esto tendrá más éxito que el que la crucifixión tuvo en derrotar a Jesús. Sí, Él murió. Pero tres días después Él se levantó de los muertos. El reino de Cristo no está en peligro de fracasar. Una vez más, los cristianos, las iglesias, y  especialmente los pastores deben conocer esto en lo más profundo de su ser. El día D (el día en que las Fuerzas Aliadas sellaron el destino de la ocupación de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial) ya pasó. Ahora es el tiempo de limpieza. Ninguna persona de las que Dios haya elegido fracasará en ser salvo porque la agenda secular esté ganando en nuestro tiempo y lugar.  No deben existir indicios de ansiedad o desesperación en nosotros. Puede ser que no podamos contrarrestar los argumentos de los otros. Ellos pudieran no ser persuadidos por nuestros libros y artículos. Sin embargo, podemos amarlos con el amor sobrenatural que Dios nos ha mostrado en Cristo. Y podemos hacer conocer Su Palabra hoy: con humildad, con confianza y con gozo.

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