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¿Has notado la frecuencia de la exageración en nuestro idioma? La exageración está en todas partes, desde el niño de 4 años que dice que se está “muriendo de hambre” 15 minutos después del almuerzo y el pescador que informa el gran tamaño de su captura. Nos encanta exagerar. Nos encantan los superlativos. Como la película de Lego nos enseñó (dolorosamente), “todo es increíble”.

Pero si todo es increíble, entonces nada lo es.

Aquí es donde vemos qué tan inútil nuestro reflejo de exageración realmente es. En primer lugar, la exageración disminuye nuestra percepción de la realidad. Y en segundo lugar, la exageración embota nuestro sentido de lo espectacular. Siempre estamos inflando o desinflando con nuestra exageración.

Mi preocupación con la exageración no es tanto con las observaciones sociológicas, sino con las implicaciones teológicas. Seamos claros: cuando piensas que la representación del pecado en la Biblia es exagerada, entonces pensarás que las declaraciones acerca de la gracia son exageradas.

Hagamos una prueba con un pasaje de Génesis.

Primeramente vemos lo que Dios dice acerca de la humanidad:

“Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal”. (Génesis 6:5)

A primera vista, es posible querer medir esto, pero este pasaje no está destinado a ser medido. Está destinado a ser leído y comprendido de una manera directa. Esta es una evaluación divina sobre la humanidad. Y Dios dice que es mala. Es una acusación.

Observa cómo Moisés es minucioso en su declaración. El pecado tiene su origen en el hombre (los pensamientos del corazón), es penetrante (toda la intención de los pensamientos del corazón), y es persistente (solo hacer siempre el mal). Con nuestro reflejo de exageración, es posible que queramos quitar eso, pero no podemos. Dios está haciendo una declaración asombrosa sobre la rebelión radical de la humanidad. La creación a la que anteriormente Dios llamó muy, muy buena ahora es muy, muy mala.

Los propensos a una cultura de exageración podrían tratar de corregir esta declaración y relativizarla: “No somos tan malos, solo que no somos tan buenos como deberíamos”. Aquí está el peligro de nuevo, si crees que la Biblia está exagerando en sus declaraciones sobre el pecado, entonces no te impresionará con lo que tiene que decir acerca de la gracia. En otras palabras, tendrás tanta impresión de la gracia como tengas repulsión del pecado.

De hecho, mira el versículo 8 del mismo capítulo:

“Mas Noé halló gracia ante los ojos del Señor”. (Génesis 6:8)

Noé halló gracia ante los ojos del Señor. ¿Ves lo grande que es esto? Debido a la depravación radical del hombre, todos son llevados a la destrucción. Puesto que la paga del pecado es muerte (Rom. 6:23), la bondad de Dios exige una sanción. De hecho, Dios dice que lamenta haber hecho al hombre, y que los borrará a todos (Gen 6.6-7). Estábamos tan mal que Dios estaba básicamente limpiándose las manos y empezando de nuevo.

Solo que Él no elimino a todos.

Leemos: “Pero Noé halló gracia ante los ojos del Señor”. Eso es un gran “pero” allí mismo. Al igual que otras conjunciones en los puntos clave de la Biblia (Efe. 2.4), esto es una declaración de contraste. Es como las olas del juicio siendo empujadas hacia atrás para que el pueblo de Dios pueda salvarse. Es la gracia. Y la gracia es siempre asombrosa.

Pero de nuevo, en nuestro mundo que exagera, esto ya no es tan sorprendente. Nos autocorregimos dejando salir un par de libras de aire de los neumáticos del evangelio. Nuestra exageración de todas las cosas disminuye lo espectacular. ¡Dios muestra gracia a los indignos!

Vaya, ponga su nombre allí y hágalo personal.

“Y el Señor vio que era mucha la maldad de los ‘Erik’ en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal”.

“Sin embargo, ‘Erik’ encontró gracia ante los ojos del Señor”.

Mediten en eso amigos. Esto no es una exageración. Separados de Dios todos estamos irremediablemente perdidos. No, no todos somos tan ruidosos en nuestras manifestaciones públicas de perdición, algunos de nosotros éramos mucho más respetables y clandestinos. Sin embargo, no se equivoque al respecto, todos nosotros tuvimos la bandera del verso 5 sobre nuestras cabezas. Pero luego viene el versículo 8. Al igual que Noé, encontramos gracia. Hay una gracia aún más grande para los grandes pecadores.

Pero hay más. ¿Cómo Dios tiene el derecho de mostrar esa gracia asombrosa, que aplasta el orgullo?

Es porque Jesús fue manchado por nosotros. Dios no se guarda los golpes que la justicia exigía de nosotros, no, se los da en plena medida a Cristo en tu lugar. Aquí en la cruz vemos la maravilla de las maravillas. La copa completa, sin paliativos, y totalmente fermentada de la ira divina se sirve en una taza a Cristo para que nosotros podamos beber la dulce, deliciosa, y eternamente satisfactoria copa de bendiciones de gracia.

Si crees que la representación del pecado de la Biblia es exagerada, entonces vas a pensar que sus declaraciones acerca de la gracia son exageradas. Amigos, tengan cuidado de desinflar la gracia de Dios mientras que inflan su propia bondad. Nuestra cultura de exageración ayuda e instiga esto, y hay que luchar en contra de ello.

El evangelio es, después de todo, increíble (sin exagerar).


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Hugo Ochoa.
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