¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Tim y Jess llevaban solo ocho meses de casados, pero era casi seguro que la luna de miel se había acabado. Las tiernas conversaciones que alguna vez caracterizaron su relación habían dado paso a constantes riñas. Las risas se habían apagado, y la distancia que les separaba había crecido. Ya casi no tenían intimidad sexual. ¿Qué había salido mal? ¿Cómo se había colado Satanás en este joven matrimonio? A medida que fui descubriendo la historia de la pareja, me di cuenta de que él no los había saboteado en su luna de miel o los meses en que descubrían la vida conyugal. El diablo había empezado a trabajar antes de que siquiera llegaran al altar. Aunque Tim y Jess eran cristianos, tanto sus primeras citas como su noviazgo habían estado marcados por la impureza sexual.

Aunque los primeros días de su relación habían sido buenos, con el paso del tiempo transaron constantemente hasta que desarrollaron un patrón más profundo de pecado sexual. Cada vez que pecaban, se lo confesaban mutuamente y juraban que jamás permitirían que volviese a ocurrir. Pero volvía a ocurrir. Por vergüenza, nunca dejaron que nadie se enterara de lo que estaba sucediendo. En retrospectiva, Tim y Jess admiten que su noviazgo ocultaba un gran engaño.

Tristemente, la historia de Tim y Jess es demasiado común. Muchas parejas cristianas no casadas luchan contra el pecado sexual. Esto no debería sorprendernos, puesto que tenemos un enemigo en contra nuestra y en contra de nuestro inminente matrimonio (1 Pedro 5:8). Él aborrece a Dios, y aborrece el matrimonio porque retrata al evangelio (Efesios 5:32). Una de las estrategias más eficaces de Satanás para corromper esta unión matrimonial es atacar a las parejas mediante el pecado sexual antes de que digan «acepto». A continuación veremos cuatro de las estratagemas que más usa para atacar a los matrimonios antes de que comiencen.

1. Satanás quiere que nuestro patrón de conducta sea obedecer nuestros deseos y no la dirección de Dios.

Los caminos de Dios son buenos, pero Satanás quiere que creamos que no lo son. Este ha sido su plan desde la primera vez que nos llamó a transar en el Edén (Génesis 3:1-6). Su objetivo final es que al llegar al matrimonio desarrollemos un patrón constante de resistencia al Espíritu y obediencia a nuestros deseos pecaminosos. Quiere que nos neguemos a servir y que vayamos en pos del egoísmo. Si adquirimos el hábito de hacer lo que queramos y cuando queramos antes de llegar al matrimonio, llevaremos ese patrón con nosotros en los días y años que sigan. Esto, sin embargo, es mortal porque el servicio y el sacrificio son la esencia de un matrimonio saludable que honra a Cristo. En el matrimonio, el amor se manifiesta en mil decisiones diarias de hacer lo que no quieres hacer —como lavar los platos, o cambiar un pañal, o ver una película en vez de un juego de baloncesto—. Si antes del matrimonio tienen una relación caracterizada por ceder a los impulsos de los deseos urgentes, lo más probable es que tendrán luchas cuando se encuentren en el corazón de la vida conyugal.

2. Satanás quiere que subestimemos nuestra susceptibilidad a la tentación.

Satanás quiere que pensemos que no llevaremos nuestro pecado a su siguiente nivel. Quiere que creamos que somos más fuertes de lo que realmente somos. Quiere que pensemos que nunca llegaremos tan lejos. Este es un engaño poderoso porque se aprovecha simultáneamente tanto de nuestro orgullo como de nuestro bienintencionado deseo de honrar a Dios. Ustedes son más débiles de lo que creen. Pueden ir donde creen que no irán. El pecado es como una corriente submarina en el océano: si juegan con él, serán dominados y arrastrados hacia la destrucción. Una de las formas en que Satanás trabaja este ángulo consiste en tentarnos a pensar que la pureza es una línea que no se debe cruzar y no una actitud del corazón. Quiere que piensen que, delante de Dios, la pureza consiste en no besar o no quitarse la ropa o no practicar el sexo oral o no «llegar hasta el final». Quiere que piensen que, si no cruzan una determinada línea, seguirán siendo puros. El problema con esta clase de pensamiento es que Jesús dice que si tan solo codiciamos en nuestro corazón hemos pecado y estamos condenados delante de Dios (Mateo 5:27-30). La pureza está mucho más relacionada con la postura de nuestros corazones que con la posición de nuestros cuerpos. La antigua pregunta «¿Cuán lejos es demasiado lejos?» puede revelar un deseo de acercarse al pecado lo más posible en vez de un deseo de huir, como nuestro Señor nos llama a hacerlo (1 Corintios 6:18).

3. Satanás quiere que la confianza mutua de las parejas se debilite.

Cuando transamos en el ámbito sexual, mostramos a la otra persona que estamos dispuestos a usarla y abusar de ella con el fin de alcanzar lo que nos hace felices. Cada vez que empujamos los límites con nuestra novia o la hacemos pecar, estamos comunicando, lo queramos o no, «no puedes confiar en mí porque estoy dispuesto a usarte y no prestarte atención con el fin de obtener lo que quiero». Esta es, indudablemente, una de las estrategias más letales de Satanás, y es la que, supongo, más daño causó a Tim y Jess. No confiaban el uno en el otro. Nunca lo hicieron realmente. Sus encuentros estaban tan inmersos en un ciclo de pecado, vergüenza, y reinicio, que nunca desarrollaron una confianza mutua madura y fogueada. Es importante señalar, sin embargo, que cuando resistimos el pecado sexual, Dios bendice la relación con un efecto exactamente opuesto. Cada vez que decimos «no» al pecado sexual y nos volvemos a la oración diciéndole al otro que valoramos demasiado su persona y su andar con el Señor como para ir un paso más allá, Él usa esa fidelidad para fortalecer la confianza. Mi esposa suele decirles a las nuevas parejas que una de las razones por las que confía en mí es que yo literalmente rehuía las ocasiones de ceder antes de que nos casáramos. No éramos perfectos como novios, pero el Señor usó esa época para edificar nuestra confianza mutua.

4. Satanás quiere engañarte con el fruto prohibido de la lujuria.

Hay un mundo de diferencia entre el sexo prematrimonial y el que ocurre dentro del matrimonio. Una razón es que el fruto prohibido de la lujuria retrata el sexo prematrimonial como algo que no siempre se da en el matrimonio. Normalmente, la actividad sexual prematrimonial es como el gas ardiendo. La pasión es elevada, los sentimientos son intensos, y la motivación de ir más lejos se hace más fuerte por el hecho de saber que no deberías (Romanos 7:8). El sexo en el matrimonio es diferente. Aún hay pasión, y todavía hay sentimientos y emociones intensas, pero el sexo matrimonial arde principalmente en las brasas de la confianza, la devoción, y el sacrificio (1 Corintios 7:1-5). Las parejas que construyen sus expectativas sexuales sobre la pasión del fruto prohibido suelen decepcionarse y confundirse cuando el sexo es diferente en el matrimonio. Esto nos dio risa a mi esposa y a mí cuando nuestro consejero prematrimonial nos lo dijo. Estábamos seguros de que seríamos la excepción a la regla, pero casi seis años y tres hijos más tarde, él tuvo la razón. Las parejas como nosotros pueden tener una vida sexual fuerte, pero esta se alimenta de factores más profundos que la pasion que la por tener una vida sexual fuerte. Satanás quiere que las parejas se acostumbren a funcionar con la cafeína y el azúcar de la lujuria en lugar del maduro amor del servicio y el sacrificio.

Algunos pensamientos para concluir

1. Esperen con fe. La actitud cristiana siempre se caracteriza por la espera. Esperamos el regreso de Cristo. Esperamos pasar una eternidad con Él. Y los creyentes no casados esperan las bendiciones del matrimonio. Confiando en Dios, digan «no» a las promesas del pecado. Renueven su mente con la Palabra de Dios y sigan esperando con fe.

2. Hombres, su deber es liderar. Aunque en la relación ambas personas son responsables delante de Dios, el hombre debe establecer un ritmo que favorezca la pureza. Con demasiada frecuencia, la obligación de trazar límites y decir «no» recae sobre las mujeres. Eso es cobarde y erróneo. Es responsabilidad del hombre cuidar de su futura esposa conduciéndola a Jesús y alejándola del pecado, la oscuridad, y el dolor causado por el mal. Si él establece el patrón incorrecto en esto, cavará durante largos años sin jamás llegar nuevamente al terreno que perdió por alejarse de la gracia de Dios.

3. Involucren a otros a lo largo de todo el camino. No permitan que su relación escape al examen de otros cristianos piadosos. Ambos deberían tener una pareja piadosa o un grupo de amigos fieles a los cuales rendir cuentas. Soliciten preguntas difíciles y respondan con honestidad. Dios usa la transparencia para fortalecer.

4. Si pecan, acudan al evangelio. El apóstol Juan escribió: «Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo» (1 Juan 2:1-2). Si pecan, acudan a la cruz. Corran hacia la tumba vacía. Contemplen a su Abogado, confiesen profundamente su pecado, y arrepiéntanse. A Dios le gusta bendecir esta clase de actitud (Proverbios 28:13). El pecado sexual no tiene por qué ser una daga en el corazón de tu incipiente relación, tu noviazgo, o tu matrimonio. Dios es un Dios misericordioso que se deleita en restaurar lo que el pecado desea destruir (Joel 2:25-27). Sin embargo, Él no bendecirá a quienes continúen desobedeciendo y presuman de su gracia. Si han caído en un pecado sexual, hoy es cuando deben implorar misericordia y volverse a Cristo en fe. Que Dios nos conceda misericordia para ir en pos de la pureza para su gloria y nuestro bien.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Cristian J. Morán.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando