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El mundo puede ser muy confuso para los adolescentes. Estamos creciendo en un paisaje moral cambiante, donde los retos más urgentes y las críticas más fuertes de la cultura están cambiando continuamente y en perpetuo conflicto. Vemos escándalos, terrorismo, y a Trump. Vemos una nueva ética sexual, fuertes tensiones raciales, y nos preguntamos, ¿cómo se supone que debo pensar de todo esto?

La sociedad secular nos lanza sus propias respuestas, pero estas nunca son compatibles con la cosmovisión cristiana.

Veo una mejor herramienta para satisfacer las preguntas de los seguidores de Cristo adolescentes como yo: la teología.

¿Por qué teología para los adolescentes?

Estoy bastante segura de que saben lo que es la teología. Pero a veces la gente tiene ideas tan matizadas y experimentales acerca de lo que significa una palabra, que pueden oscurecer su definición normal. Quiero que sepas que estoy hablando de la definición más llana de la teología: el estudio de Dios.

Como una adolescente seguidora de Jesús, pienso que estudiar el carácter de Dios es lo que los adolescentes necesitan para hacer frente a nuestro terriblemente complicado mundo. Es lo que nos dará una esperanza duradera para afrontar el futuro con un firme compromiso con la verdad de Dios.

Voy a explicar cómo la teología responde a nuestras preguntas más importantes y cubre nuestras necesidades más urgentes. Por supuesto, esto es solo un breve inicio, pero sirve para empezar.

1. El estudio de la justicia de Dios nos capacita para hacer lo correcto.

En la Palabra de Dios descubrimos que Dios odia el mal (Zac. 8:16-17) y que ama la verdad. Él se preocupa por los oprimidos y marginados, y valora todas las vidas.

El conocer este rasgo del carácter de Dios anima a los adolescentes a preocuparse también por la justicia. Nos motiva a luchar por los oprimidos y los que no tienen voz, y a hablar en contra de la injusticia que vemos. Nos muestra la importancia de someternos a las autoridades que nos han sido dadas por Dios: padres, pastores, maestros, y gobernantes. Y alimenta nuestra obediencia a la Palabra de Dios como la norma definitiva de la justicia.

2. El estudio del amor de Dios nos da la base para todas nuestras relaciones.

Dios ama a su pueblo incondicionalmente (Neh. 1:5; Jn. 16:27). Él no muestra favoritismo, su amor nunca es egoísta y tampoco se agota porque nos lo da sin merecerlo y aunque no lo deseemos.

Entender esto sobre el carácter de Dios obliga a los adolescentes a amar a los demás porque Dios nos amó a nosotros. Nos obliga a amar a los que son más difíciles de amar —desde ISIS, hasta los niños abusivos de la escuela— mientras que seguimos odiando nuestro propio pecado. Nos obliga a luchar contra el racismo, el sexismo, y cualquier otro -ismo que socava el valor inherente de los seres humanos. Nos obliga a abrazar la compasión y la misericordia.

3. El estudio de la santidad de Dios revela lo que somos y cuál es nuestro propósito.

Ya que Él es sumamente perfecto y totalmente apartado de nosotros (2 Sam. 22:31), Dios odia el pecado (Am. 6:8). Captar la belleza de su santidad ayuda a los adolescentes a entender nuestro propio pecado y la necesidad que tenemos de luchar persistentemente contra él. Nos da una perspectiva más bíblica y realista del mundo. Esto nos lleva al arrepentimiento y a querer rendir cuentas a los mayores y más sabios. Y nos muestra una forma de buscar activamente la santidad (en los medios de comunicación; en la escuela y el trabajo; con los padres, amigos y en todos los ámbitos de la vida).

4. El estudio de la soberanía de Dios nos da respuestas en medio de la confusión cultural.

Dios no es caótico, caprichoso o impredecible; Él está en control perfecto del universo (Hch. 2:23). Conocer este atributo de Dios impide que los adolescentes crezcan sintiéndose desanimados del mundo. Cuando no hay esperanzas en la política, o hay ataques terroristas, o recibimos una calificación injusta, los adolescentes podemos sentirnos confiados en nuestras circunstancias porque Dios reina. Cuando nos preguntamos “¿Por qué me pasa esto a mí?” o “¿Dios se preocupa por mi vida?”, la respuesta está en la soberanía de Dios. C.S. Lewis explica bien este punto:

“Yo sé ahora, Señor, porque no das respuestas. Porque tú mismo eres la respuesta. Delante de tu rostro las preguntas mueren. ¿Qué otra respuesta podría ser suficiente?”

5. El estudio de la bondad de Dios nos conforta en nuestro dolor.

Dios no es malo. Él no es un aguafiestas que está jugando cruelmente con nuestras vidas como en un juego de mesa (Mr. 10:18). Él es completamente bueno, indefectiblemente bondadoso, y siempre hace lo que es correcto y mejor para nosotros.

Saber esto acerca del carácter de Dios brinda a los adolescentes una base más sólida para su fe en medio del sufrimiento. Los adolescentes podemos tener tranquilidad sobre el futuro desconocido. Podemos tener certeza de nuestra salvación y combatir la presión de la duda. Podemos confiar en Dios en los asuntos cotidianos, en los problemas y fracasos de la vida con la seguridad inquebrantable de su bondad.

Enséñennos lo que necesitamos

Tengo 18 años. He estudiado y me han enseñado teología toda mi vida. Me ha dado muchas cosas: una relación más profunda con Dios, una relación más sólida y de mayor sumisión con mis padres, una relación más exigente con mis amigos, un mejor acercamiento a los medios de comunicación eligiendo aquello que me edifica, un deseo ferviente de mejorar en la escuela, una cosmovisión bíblica, una visión más grande para mi futuro, y una mayor pasión para seguir a Dios sin importar nada más.

Quiero ese tipo de vida para todos los adolescentes y creo que tú también. Así que padres, pastores, líderes juveniles, miembros de la iglesia, por favor, enséñennos teología. Más que cualquier otra cosa, necesitamos conocer a Dios. Él es la respuesta a nuestras preguntas, la solución a nuestros problemas, y el único digno de nuestra adoración y confianza.

Necesitamos a Dios, lo que significa que nos tienen que enseñar acerca de Él.

Lo que significa que necesitamos teología.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Tania Zenteno. Imagen: Lightstock.
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