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2 Samuel 20 – 21   y    Hebreos 11 – 12

En los días de David hubo hambre por tres años consecutivos, y David buscó la presencia del SEÑOR. Y el SEÑOR dijo: Es por causa de Saúl y de su casa sangrienta, porque él dio muerte a los Gabaonitas.

(2 Samuel 21:1)

En la vida es imposible que nos podamos escapar de la ley de la siembra y la cosecha. Lo que pongamos en la tierra (o lo que dejemos que se ponga), tarde o temprano crecerá y dará su fruto. Y lo más increíble es que las semillas nobles siempre serán delicadas en su proceso de crecimiento, mientras que la mala hierba con dos gotas de agua y pésimas condiciones, crece en abundancia.

‘Metí la pata’, solemos decir, cuando somos conscientes de que cometimos una equivocación cuyas consecuencias ya son evidentes. Sin embargo, la mayoría de veces ponemos cara de ‘yo te aseguro que yo no fui’ como tratando de demostrar una inocencia que nos cuesta demostrar ante la montaña de evidencia en nuestra contra. El problema radica en que es muy difícil poder entender y aceptar las consecuencias de ‘canitas al aire’ que, en su momento, consideramos mínimas, cuasi-inocentes y ni siquiera reprobables (en nuestro humilde y sesgado entender).

Sin embargo, hay muchas ‘canitas al aire’ que son de responsabilidad compartida. Por ejemplo, he escuchado a personas mayores decir que el no haberle dado atención a sus hijos cuando fueron pequeños era una ‘canita’ que se sacaron hace algunos años sin muchas molestias ni remordimientos; pero ahora que los niños ya son grandes, les han llenado la cabeza de canas de preocupación y dolor que pesan demasiado como para tirarlas al aire. También, el elegir una autoridad política sin mucha responsabilidad es otra de las canitas compartidas que generan consecuencias funestas a nivel nacional.

En el lado personal, por la calle hay muchas ‘canitas al aire’ vivientes que llevan en su corazón la amargura del desamor y la negación que luego hacen pagar en inocentes. Otros llevan sus propias ‘canitas al aire’ atoradas en las gargantas, lo que les produce un tremendo ahogo en la conciencia, al no poder vivir con tranquilidad, sino con el miedo a ser irremediablemente descubiertos.

Parece tan fácil sacarse una canita. Nadie nos ve y es tan rápido, solo causa un leve dolor momentáneo, nadie nota su ausencia porque es imperceptible, y finalmente nos damos un gustito. Pero en cuanto la canita llega a su altura máxima empieza a descender y a tomar cada vez mayor peso y volumen. La bella y pálida canita se va tornando en una roca caliente que cae inmisericorde sobre nosotros mismos y todos los que están a nuestro alrededor.

David estaba preocupado porque Israel estaba pasando por una situación difícil cuya razón desconocía. Al consultarle a Dios, el Señor le hizo notar que la causa era el daño que Saúl les había causado a los gabaonitas durante su reinado. Los gabaonitas eran un pueblo que astutamente había hecho un pacto con Israel en los tiempos de Josué para mantenerse con vida (véase la reflexión, Astucia). Saúl desoyó esta obligación y “…había procurado matarlos en su celo por los Israelitas y los de Judá” (2 Sam. 21:2c).

Una ‘canita al aire’ siempre depende de razones que olvidan tomar en consideración principios superiores como el valor del compromiso, la fidelidad y la dignidad de los demás. Saúl era celoso por su pueblo, los gabaonitas habían actuado con perfidia, pero había un pacto que no se debía romper. Saúl no lo entendió de esa manera y cual ‘canita al aire’ decidió erradicar a los gabaonitas de la faz de la tierra. Años después, las consecuencias no se dejaron esperar.

Ante la magnitud del problema, David no tuvo mejor idea que buscar una satisfacción para con los gabaonitas sobrevivientes. La respuesta de ellos fue la siguiente: “…Del hombre que nos consumió y que trató de exterminarnos para que no quedáramos dentro del territorio de Israel, que nos entreguen siete hombres de entre sus hijos, y los ahorcaremos delante del SEÑOR en Guibeá de Saúl, el elegido del SEÑOR. «Los entregaré,» dijo el rey” (2 Sam. 21:5-6).

¿Se dan cuenta como inocentes tienen que seguir pagando los ‘platos rotos’ de los desvaríos de otro? La canita se tornó en un asteroide inmenso y empezó a arrasar en su caída con todo lo que se interponía a su paso. Empezó la destrucción con el asentimiento de David a la petición de los gabaonitas que era contraria a lo que especificaba la Ley de Dios: “Los padres no morirán por sus hijos, ni los hijos morirán por sus padres; cada uno morirá por su propio pecado” (Dt. 24:16). Siete inocentes pagaron con su vida por una serie de malas decisiones. La confusión fue total. Lamentablemente, así es como funcionan las ‘canitas al aire’ al causar un gran daño moral, emocional y anímico sobre inocentes que al verse comprometidos y  complicados potencian su destrucción.

¡Benditas canitas al aire! He visto llorar a demasiada gente por lo que, en su momento, eran decisiones y actos ‘sin importancia’, pero que luego gatillaron una serie de eventos destructivos uno tras otro. Y lo más triste es que la gran bola de nieve (que empezó con una canita) arrastra no solo a los protagonistas, sino también a todo el reparto completo consigo.

¿Cómo poder visualizar con objetividad el poderoso efecto de una ‘canita al aire’? Primero, debemos buscar pensar con objetividad no solo en el gustito que se pone delante de nuestros ojos, sino en todo (y a todos) lo que podemos perder y arruinar con nuestra mala decisión. En segundo lugar, no solo debemos pensar en el daño que se podría producir con el descubrimiento, sino también en el desgaste que se produciría en la conciencia con el encubrimiento.

Ya Saúl había añadido muchas ‘canitas al aire’ en su enturbiada existencia que lo llevaron a vivir una vida miserable, corta, y una conciencia endurecida y ciega. Cosechó lo que sembró y murió tristemente por ello. Pero Rizpa, la madre de dos de los hijos sacrificados por los gabaonitas, sufrió con dolor las repercusiones de los absurdos actos de su difunto esposo: “Y Rizpa, hija de Aja, tomó tela de cilicio y lo tendió para sí sobre la roca, desde el comienzo de la cosecha hasta que llovió del cielo sobre ellos; y no permitió que las aves del cielo se posaran sobre ellos de día ni las fieras del campo a de noche” (2 Sam. 21:10). Ella veló sobre los cadáveres de sus hijos ahorcados por más de seis meses según algunos comentaristas bíblicos. ¿Un acto de inmenso dolor materno o de locura? No lo sabemos. Solo vemos como una decisión equivocada irreflexiva puede acarrear una inmensa pena  y desolación entre los que nos rodean inocentemente.

Vivimos en una sociedad en que las ‘canitas al aire’ son festejadas y promovidas. Al parecer, su efecto devastador es solo producto de la imaginación enfermiza de moralistas y religiosos que no dejan que las personas vivan con absoluta libertad. Si esto, en la práctica, es cierto, olviden todo lo que les acabo de escribir… Pero si tiene un dejo de verdad…no nos dejemos vencer y démonos buenos masajes capilares que eviten la caída de las ‘canitas’.

¿Cómo se llama la loción anti-pérdida de ‘canitas’? DISCIPLINA PERSONAL. El nombre puede sonar a la gomina que usaban nuestros abuelos, pero es realmente efectiva. Solo el ejercicio permanente de nuestros principios y valores nos proveerán una melena con las canas en su lugar. Al principio será difícil y hasta doloroso, pero con el tiempo alcanzaremos destreza y firmeza en nuestros delicados cabellos. Así lo escribió un experto bíblico en la resistencia de las caídas de las ‘canitas al aire’: “Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados (adiestrados) por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia” (Heb. 12:11).

Mejor que una calvicie prematura por ‘canitas al aire’ prefiero un cabello ‘brillante y esponjoso’ de una vida disciplinada que no haya conquistado la alegría con egoísmo, sino con la satisfacción de tener una vida principista, en donde los que nos rodean pueden compartir nuestra alegría y vivir confiados a nuestro alrededor.

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