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“No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos…”, 2Corintios 6:14-16a.

Si hay un área en donde el hombre puede realizarse completamente o puede sentir las penas mismas del infierno es en la relación de pareja. Para algunos encontrar el amor es casi como un juego de azar o de ruleta rusa… o me hago millonario o me quedo con el último y breve recuerdo de un disparo y una bala en la sien.  Quisiera referirme al tema de la intimidad no desde el plano sexual sino en el sentido de amistad, de familiaridad y confianza con la persona con la que uno convive. La unión sexual es importante pero solo como una de las variables que fortalecen el amor. Solo la sexualidad no nos ha dado la estabilidad emocional que desde hace más de cincuenta años se estaba anunciando.

Ni la sexualidad temprana ni la promiscuidad han hecho al hombre más feliz porque en realidad el amor es compartir y tener cosas en común que le dan identidad a una relación. No hay una frase más cierta para este tema que esta: “UN PÁJARO Y UN PEZ PUEDEN ENAMORARSE. LAMENTABLEMENTE, UNO DE ELLOS TENDRÁ QUE MORIR CUANDO QUIERAN PONER EL NIDO”.  La ausencia de comunión es el drama del amor y lo más triste es que de esta unión nacen hijos que no sabrán si volar o nadar. Judith Wallenstein, experta en temas de divorcio, escribió un libro titulado “El Inesperado legado del Divorcio”. En una entrevista ella señala: “Uno de los hallazgos más inesperados de mi estudio fue que los hijos de familias divorciadas lo pasan más mal cuando cumplen 21, 22 o 23 años, es decir, cuando se convierten en adultos jóvenes y empiezan a pensar en relaciones, amor, sexo y matrimonio. Es ahí cuando surge el gran temor de que sus relaciones también fallen… Al momento de construir su relación de pareja, ellos sentían que no tenían preparación para saber cómo construir un matrimonio, cómo enfrentar una discusión, cómo ser padres. Vivir el día armónicamente con otra persona era como tratar de convertirse en un bailarín sin haber visto nunca una danza”.

El yugo como símbolo de unión: Lo primero que debemos saber es que el pasaje del encabezado no es una sugerencia divina, sino un mandato. Está en juego nuestra propia felicidad y nuestro respeto para con nuestro Creador y Salvador. ¿Qué es un yugo? Originalmente es el instrumento de madera con que se unen los bueyes para formar una yunta y tirar del arado. Tiene una connotación negativa como símbolo de esclavitud, pero el yugo es para nosotros cualquier tipo de compromiso. La desigualdad a la que se refiere Pablo es producto de una yunta con animales que no son de la misma especie. Por ejemplo: los bueyes se ayuntan por la cabeza y los asnos por el cuello.  Esta situación pone en peligro la tranquilidad, eficiencia y vida del buey. Este animal siendo más fuerte tiene que hacer un doble esfuerzo al tirar el arado y además tiene que luchar con su propia aversión a un animal menor que no es de su especie. El mandato, entonces interpretado, es que no debo aceptar ningún tipo de compromiso  (en este caso voluntario) que tenga que realizarlo a expensas de la integridad de mis principios y de mi fe cristiana y sus normas porque pongo en peligro mi propia vida. Además, no se trata de una orden abusiva de Dios, sino de su amor protector que busca para nosotros una felicidad duradera.

Pablo señala cinco cosas que hace que no podamos tener compromisos profundos y duraderos con personas que no comparten nuestros principios fundamentales. Estas son:

1. Compañerismo. La camaradería se da cuando dos personas no solo viven juntas sino que también se sienten como pares, con la confianza de la igualdad. Si hay amistad ¿dónde es el problema? El problema es que uno de los dos no tiene los mismos principios haciendo difícil la convivencia. La palabra injusticia es “anomia” en griego, que significa “sin ley”. Si no hay principios comunes tarde o temprano tendremos que ceder o romper nuestros principios por el supuesto bien de la convivencia. El resultado es el rompimiento o la permanente infelicidad.

2. Comunión. Es la relación entre las personas que encuentran correspondencia entre ellas porque tienen algo en común. ¿Qué hace que dos personas no puedan tener comunión? Así como los peces y las aves, el problema de las personas y la comunión es de naturaleza. Pablo lo ejemplifica con la luz y las tinieblas. Una de ellas solo puede estar en un mismo lugar y con resultados siempre distintos. Cuando hay luz se disipan las tinieblas, cuando desaparece la luz, las tinieblas gobiernan. Pero nunca podrán estar las dos juntas porque por naturaleza no tienen acuerdo alguno.  Muchas parejas solo tienen en común los hijos y los bienes y quizás la atracción física, pero anímicamente son como la luz y las tinieblas, como aves y peces. Cada vez que uno de ellos desea algo… el otro (otra) debe desaparecer. El problema no estará en salir de vacaciones juntos o ceder un poquito y acompañar a la pareja. El problema es descubrir quiénes somos y de qué madera estamos hechos para descubrir si hay correspondencia con la otra persona.

3. Concordia. La Palabra original es sinfonía (sonar juntamente) y tiene que ver con la adaptación y armonía  que debería existir entre dos personas que conviven e interactúan juntamente. Es la búsqueda del consentimiento mutuo. ¿Por qué no existe concierto? Por un problema de autoridad y dirección. Si una orquesta fuera dirigida por dos diferentes maestros, el resultado sería desastroso, y más aún, si los dos no responden a la misma escuela o inclinación musical. El apóstol Pablo contrapone a Cristo con Satanás mostrando lo antagónico de la dirección y por lo tanto, también de resultados.

4. Parte. Tiene que ver con reciprocidad, con la posibilidad de que dos personas obtengan un beneficio de su relación. Es responder a las preguntas: ¿Cuáles son aquellas cosas de las que disfruto y me proveen realización y satisfacción? ¿En qué estoy dispuesto a invertir mi tiempo? ¿Cuáles son mis temas de conversación? ¿En qué ambientes me siento cómodo? Puede sonar un tanto mercantilista y egoísta, pero todos debemos poner en la balanza no solo la entrega en la relación, sino también los beneficios y el crecimiento que como persona obtendré de mi relación. Una correcta relación hace que ella haga más hombre a su compañero; y él haga más mujer a su compañera. La suma de ambos siempre debe arrojar un saldo positivo multiplicado por ambos y no una terrible reducción con saldo negativo, haciendo de la persona algo menor a lo que era cuando empezó la relación.

5. Acuerdo. Es la disposición armónica de mente y voluntad en algo acordado mutuamente. Es la disposición a mantener un compromiso. Las palabras claves son determinación para alcanzar los objetivos. Una relación de amor cristiano se fundamenta en el compromiso que delante de un Dios vivo realizaron dos personas de manera voluntaria, consciente y con el anhelo de la perpetuidad. Así se dijeron: ¿Tomas a xx como tu legítima esposo (a)? ¿Prometes solemnemente delante de Dios y de estos testigos amarlo (a), honrarlo (a) y consolarlo (a), manteniéndote fiel y cumpliendo todos los deberes de un esposa (o) hacia tu esposo (a), mientras Dios te conceda vida? Estoy seguro que en el 99,9% de los casos las personas respondieron con alegría: “Sí”.  El éxito está en hacer valer el acuerdo y que nunca muera la determinación. Pero si este punto no va acompañado de todo lo anterior, la tarea será casi imposible.

Quisiera terminar con la trágica historia de los amores de Abelardo y Eloísa, los inmortales “amantes de París”. Él era un profesor de Filosofía ya pasado de años. Ella era una jovencita e inteligente alumna del maestro. Eloísa terminó enamorándose de su maestro y él de ella…  Pero Abelardo y Eloísa no pudieron escapar. El cardenal Fulbert, tío de la enamorada muchacha, ordenó a unos delincuentes que castren al pobre Abelardo. El hombre fue castigado por amar y terminó sus días como monje. Ella  renunció a la familia e ingresa también como monja a un convento de Argenteul. Luego se escribieron por el resto de sus días, poemas inmensos, las famosas cartas. La muerte se llevó primero a Abelardo, veinte años después, cuestión de edad, seguirá Eloísa. ¿Cómo pudo sobrevivir su amor a la separación y a la distancia? Porque sus almas estaban ligadas en bella comunión.

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