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4 sugerencias para profundizar la oración en tu grupo de oración

Todos hemos estado allí. Sentados en una sala, habiendo acabado de terminar el estudio bíblico y pasando al tiempo de oración, donde se presentan las peticiones. Sandra comparte acerca de su gato Pecas. Pecas es viejo y está enfermo de su cadera, así que ella pide por la sanación de Pecas. Usted no se puede imaginar al apóstol Pablo orando por este gato enfermo, pero no quiere ser un grosero así que se une a los demás inclinando su cabeza y orando por Pecas.

Algo no parece estar del todo bien, pero usted no está seguro de por qué. Esto se repite a lo largo de la reunión y semana tras semana. Un hombre comparte acerca de estar muy ocupado en el trabajo así que pide que se ore por energía para él. Una pareja comparte acerca de su próximo viaje a Colorado y piden que todo salga bien. Alguien más comparte acerca de que su prima acaba de ser diagnosticada con cáncer. Su grupo inclina respetuosamente las cabezas en oración ferviente. Una pareja de recién casados ​​comparten un sentimiento de alabanza: el matrimonio ha sido mejor de lo que podrían haber imaginado. Las sonrisas y las oraciones de acción de gracias suben a Dios.

Uno se pregunta, ¿es esto todo lo que debe ser una oración de un grupo? Las peticiones de oración son comunes y son importantes para cada persona que las comparte, sin embargo, parecen carecer de profundidad. No son poco profundas, pero tampoco son sustantivas y parecen olvidar la grandeza de Dios. Se quedan en la superficie cuando su grupo anhela ir más profundo con los otros y con Dios. ¿Qué debe hacer usted?

Navegando a través de la tensión

Hay una tensión en la oración. No queremos ser unos policías de la oración, duros de corazón, quisquillosos y cínicos que señalan la poca profundidad de las peticiones de otras personas. Y sabemos que Dios desea que su pueblo pueda orar con la libertad de pedirle a Él cualquier cosa. Jesús habló en serio cuando dijo ”…pidan lo que quieran y les será hecho” (Juan 15:7). Si Jesús quiso decir que solo se puede orar por las cosas realmente importantes o espirituales, así lo habría dicho.

Sin embargo, Jesús da respuestas a la oración condicionada en la fe (Mat. 21:22), pedir en el nombre de Jesús (Jn. 14:14; 16:24), permanecer en Cristo (Jn. 15:7) (Mat. 21:22), la persistencia (Luc. 18: 1-8 ), tener motivos correctos (Stg. 4:3) y pedir conforme a su voluntad (1 Jn. 5:14). Y también encontramos versículos que dicen que pidamos (Mat. 7:7-11), oremos sin cesar (1 Tes. 5:17) y que llevemos todas nuestras ansiedades y preocupaciones a Dios en oración (Fil 4:6).  Entonces, ¿qué debemos hacer si el tiempo de oración en nuestros grupos parece enfocado en peticiones y solo algunas oraciones de acción de gracias? ¿Qué hacemos si muchas de las cosas por las cuales oramos parecen ser superficiales?

La oración es una habilidad que se aprende, que requiere tiempo, disciplina y trabajo. La oración colectiva es poco profunda cuando la oración privada es poco frecuente. Debemos reconocer que todos tenemos espacio para crecer en este aspecto. Seamos amables unos con otros.

A la vez, se debe aprender a guiar el tiempo de oración de un grupo pequeño. Aquí algunas sugerencias.

1. Recuerda al grupo lo que están haciendo.

Preguntar, “Tenemos alrededor de 15 minutos para acabar, ¿alguien tiene una petición de oración?” inevitablemente terminará en peticiones superficiales y circunstanciales. La forma en que usted ha enmarcado el tiempo ha devaluado su importancia implícita. Aprovecha la oportunidad para recordar al grupo qué es la oración. En lugar de decir: “¿Hay peticiones de oración?” di: “Ahora que acabamos de estudiar la Palabra de Dios y vamos a alabarlo a través de la oración, ¿cuáles son algunas de las cosas que la Palabra de Dios nos ha revelado?”. Recuerda al grupo que la oración es comunicarse con el Dios del universo a través del acceso obtenido para nosotros por el costoso sacrificio del Hijo y habilitado por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Por tanto, podemos devolverle a Dios alabanza, adoración, acción de gracias, confesión y peticiones a la luz de su revelación. Nos estamos acercando a un Dios santo a través de la mediación de su Hijo amado, en quien tenemos unión y comunión.

2.  Deja que las Escrituras guíen las oraciones.

Si tu grupo acaba de concluir un estudio guiado por el Espíritu de un pasaje de Filipenses (o cualquier libro que estén estudiando), mantengan sus Biblias abiertas y dejen que la Escritura guíe su tiempo de oración. La palabra revelada de Dios proporciona el contenido y la guía para nuestras oraciones. Oren acerca de los mandamientos del pasaje que acaban de estudiar pidiendo a Dios que les ayude a obedecer. Glorifiquen a Dios por las verdades reveladas en el pasaje, agradeciéndole por quien es Él y cómo reveló su poder, sabiduría y majestad. Deja que las Escrituras guíen cómo oran. Si el grupo ha discernido la “idea principal” del pasaje, oren por esa verdad revelada para que te transforme a ti, a tu grupo, tu iglesia, la comunidad y el mundo. Si han vislumbrado un aspecto del carácter de Dios, agradezcan a Dios por haberles revelado esto y alábenlo por su carácter inmutable. Pidan que el nombre de Dios sea santificado en sus vidas, en su comunidad, y en los pueblos extranjeros donde los misioneros de su iglesia están ministrando.

Tim Keller, en su libro “Prayer: Experiencing Awe and Intimacy with God”, describe el método de Martín Lutero de meditación sobre un pasaje cuando se discierne la instrucción del texto (¿qué demanda este texto de mí?) y luego convertirlo en acción de gracias (¿cómo esta verdad me lleva a alabar o agradecer a Dios?), en confesión (¿cómo esta verdad me lleva a confesar y arrepentirme?) y petición (¿cómo esta verdad me impulsa a pedirle a Dios?). Proveer a su grupo de un camino sencillo para pasar del estudio de la Palabra de Dios a orar la Palabra de Dios va a ampliar el contenido de sus oraciones.

3.  Ve al centro de la cuestión

Muchos de nosotros no discernimos naturalmente lo que realmente necesitamos, pero la Escritura nos abre los ojos para ver nuestras verdaderas necesidades a la luz de la santidad, el poder, la gracia y el amor de Dios. Tal vez alguien comparta una petición de oración por estar muy ocupado en el trabajo. Esto requiere más información para saber cómo orar. Orar por más horas cada día para esta persona para que se convierta mágicamente en alguien más eficiente no es muy probable que suceda. Haga algunas preguntas para discernir mejor cómo orar por esta persona. ¿Está ocupado por un jefe exigente y dominante? Si es así, ¿cómo puede vivir su papel como un empleado que honra a Dios y toma decisiones sabias al hablar con su jefe o priorizar su carga laboral? ¿Es su ajetreo simplemente un síntoma de un deseo malsano de tener éxito, o complacer a otros o producir la mayor cantidad de dinero posible? ¿Idolatra esta persona su propio éxito y la admiración que recibe de los demás? ¿Tiene que crecer en contentamiento, gratitud y gozo?

Dios se preocupa por nuestras peticiones de tipo “pan nuestro”, pero también está interesado en ejercer su reino y voluntad en nuestros corazones y mentes. Dios nos está conformando a su imagen de adentro hacia afuera. Así que para Pecas, el gato de Sandra, ustedes pueden orar no solo por la salud de él, sino más importante, por el temor, la ansiedad y la soledad de Sally, que se revelan mediante esto.

4.  Deja que las Escrituras evalúen sus oraciones.

Las Escrituras son el mejor juez de nuestras oraciones. Por lo general, ¿nos comunicamos con Dios en diversos tipos de oración (adoración, confesión, acción de gracias y súplica)? o ¿típicamente sólo le presentamos una lista de nuestras peticiones? ¿Comenzamos alabando a Dios por su carácter y pidiendo que su nombre sea santificado como instruye el Padre Nuestro? Las Escrituras nos ayudan a discernir por qué algunas de nuestras oraciones en realidad no son bíblicas. Orar para que un nuevo automóvil de lujo aparezca en su puerta probablemente no pase el examen de ser “pan diario”. Keller escribe: “Una forma en la cual la oración de petición en realidad nos puede hacer daño es si la vemos como un medio para decirle a Dios: ‘Mi voluntad sea hecha’”. Somos propensos a complacer nuestros apetitos, diciéndole a Dios en términos muy claros cómo Él debería hacer funcionar el universo. Tal oración no le agrada a Dios, ni nos ayuda a crecer en la gracia “. ¿Su grupo pequeño solo repite y reformula la petición “te pedimos porque Nancy sea sanada de cáncer”?, o ¿aplican el evangelio de Cristo a la situación? Oren por la sanación del cáncer pero también oren por la alegría y la esperanza en Cristo, por la confianza en su destino eterno, por paciencia con las enfermeras y los médicos, por la oportunidad para animar y dar testimonio a otros, y en última instancia, para que Dios sea glorificado por esta prueba.

Ciertamente más se podría decir acerca de cultivar un espacio seguro para la confesión durante el tiempo de oración en un grupo pequeño, hacer un seguimiento de las peticiones de oración con preguntas de cómo han ido las cosas, u orar los unos por los otros durante toda la semana. Aún así, la realidad de que podemos acercarnos a un Dios Santo y Maravilloso juntos debería despertar en nosotros deleite, gozo y alabanza que se devuelven de nuevo a Dios en nuestras oraciones. Nuestra capacidad de tener acceso a Dios, tanto grupal como individual, escomprada en sangre por el Salvador. Oramos para conocer y amar a Dios, no simplemente para presentar una lista de peticiones. Oramos para declarar, una y otra vez, que Dios es Dios y nostros no lo somos, para ser sorprendidos, humillados, y para ser agradecidos por la sangre de Jesús que hace posible que nosotros nos acerquemos al trono de la gracia.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Carlos A. Franco.
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